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Ya basta de utilizar los recursos públicos contra el pueblo

 

– Para conseguir apoyo para el candidato oficial se valen del miedo y necesidad de la gente

En cada proceso electoral es común que el gobierno de turno utilice los recursos -tanto humanos como económicos- y programas públicos de forma clientelar para tratar de influir en el resultado de las elecciones; amenazan a las personas con quitarles el beneficio que se les otorgó si no apoyan al candidato oficial, utilizan el miedo y la necesidad de la gente para obligarlos a entregar su credencial, para hacerlos sentir comprometidos a votar por quien les dicen; les exigen y amenazan como si los recursos públicos fueran propiedad de un partido político y no producto de los impuestos que todos pagamos.

Esta práctica tan arraigada en la forma de hacer campaña en nuestro país, ha influido a lo largo de los años para que los gobiernos logren controlar a las personas y en algunos casos, cambiar el resultado de las elecciones. Es natural asumir que quienes realizan este tipo de prácticas, están dispuestos a todo con tal de tomar o conservar el poder, la ética no forma parte de su vocabulario y la corrupción es su hábito.

Dicha situación es en gran medida la responsable de que tengamos numerosos gobiernos ineficientes, corruptos y con altos niveles de desaprobación; porque a pesar de que la gran mayoría los desaprueba, al final el uso de recursos públicos termina pesando lo suficiente para inclinar la balanza en su favor.

Utilizan la ignorancia de las personas que piensan que en verdad pueden ir a arrebatarles el boiler solar -o cualquier otra cosa- si no gana el partido que les dicen; ya nadie les cree si prometen dar una dádiva en caso de ganar las elecciones, pues defraudaron a miles de personas con tarjetas de garantía que no pagaron y con falsas promesas; ahora recurren a las amenazas como si estuviésemos en la época en que los caciques eran la ley bajo el amparo de un partido todo poderoso.

Pero ya no estamos en los 40’s ni en los 70’s, en pleno siglo XXI es tiempo de que los ciudadanos nos demos cuenta de que en nuestras manos está decidir el futuro del país entero, de que elegimos servidores públicos y no caciques, a quienes pagamos sus sueldos y por lo tanto son nuestros empleados. Es tiempo de que en México los funcionarios públicos sean aquellos con vocación de servicio, no aquellos que buscan servirse de las personas para satisfacer sus delirios de grandeza.

Por eso es importante que votemos por quien creemos hará mejor su trabajo, no por miedo a amenazas que no pueden cumplir, ni esperanzados en promesas que sabemos tampoco cumplirán.