Y las huestes priístas aclamaron a su rey
– Fue la asamblea nacional el inicio de la guerra por la presidencia.
El anterior fin de semana se realizó en la capital del país la máxima concentración del priísmo nacional, con la asistencia de los delegados de toda la república; fue el sábado 12 de agosto en el Palacio de los Deportes, donde se esperaba la asistencia de diez mil personas; luego informaban que había reunidos casi dieciséis mil.
Lo cierto de todo esto, es que la cúpula priísta coordinó asambleas regionales con lineamientos que serían presentados como producto de las mesas de trabajo previas, con propuestas que buscarían otra vez, una refundación del tricolor; más democrático, más moderno y sobre todo –dicen los priístas-, más cercano a la gente.
Como estrategia principal, se dio la apertura de candados que elimina el requisito para ser candidato, tener diez años de militancia; lo más novedoso fue sin duda que puede ser el abanderado en las próximas elecciones para presidente de la república un simpatizante del PRI, no es requisito pertenecer a él.
Dando por hecho que dicha modificación en los estatutos se hace para impulsar la candidatura del ahora Secretario de Hacienda José Antonio Meade Kuribreña, seguramente porque entre los muchos que quieren ser el sucesor o sucesora de Peña Nieto y que son priístas de mucho tiempo, ninguno se ve con posibilidades de ganar; mucho menos ahora con los escándalos mayúsculos de corrupción de los Duarte, que se suman a otros muy sonados como los Moreira en Coahuila o Yarrington en Tamaulipas, por mencionar solo algunos exgobernadores, sin contar funcionarios emanados de ese partido y que enfrentan procesos por diversos delitos.
Obviamente el repudio a tantos casos de corrupción va creciendo y la desconfianza en los políticos es evidente; mucho más en los que ahora ostentan el poder y que se han servido con la cuchara grande; vinculando directamente en estos casos al ejecutivo federal que cuenta con los más bajos índices de aprobación por parte del pueblo que gobierna.
El PRI se fortalece y le saca ventaja al PAN y PRD, con su apertura de postular candidatos simpatizantes y no necesariamente militantes.
Mientras en los demás partidos se ponen de acuerdo; el tircolor se abre a las candidaturas ciudadanas, por eso aseguran ser un partido cercano a la gente.
Es sin duda una buena estrategia porque se da un respiro, aunque tenga que hacer a un lado o dejar en la banca a tradicionales aspirantes como Beltrones o el mismo Osorio Chong, que serían rivales fáciles tanto para López Obrador como para Margarita Zavala.
Esta apertura del PRI obedece, más que a una modernización, a un emergente recurso de supervivencia. Sin lugar a dudas.