Navegar / buscar

Tabasco era un edén


Por Juan Ignacio Zavala

Tabasco ya no es un edén. Por años lo que se sabía de ese estado eran cosas en su mayoría inocentes: como que era un edén, que hubo un cantante famoso que se llamó Chico ché y La crisis que cantaba canciones simpaticonas, que había petróleo, lagartos, plátanos, que la famosa salsa no era de ahí, que tenía una de las conocidas cabezas olmecas y cosas por el estilo.


En las características que no eran inocentes se sabía que eran verdaderamente jacobinos y comecuras. Encabezados por Tomás Garrido Canabal, que fue gobernador de ese estado en los años veinte del siglo pasado, grupos amplios de tabasqueños perseguían católicos quemaban iglesias e incluso obligaban a sacerdotes a casarse. Fanático de la mano dura también prohibió el alcohol y llamó a uno de sus hijos Lenin. Sus malquerientes decían que tenía una sobrina llamada Luzbel. Por supuesto no todo es negrura y crimen en aquella época, Carlos Pellicer, fue un poeta que inundó México con sus versos además de museógrafo de avanzada, Pellicer también fue un joven vasconcelista en aquella aventura de 1929.


Después llegó el petróleo y ya entrado el fin de siglo en Tabasco destacaron tres personajes: Carlos Cabal Peniche, empresario convertido en delincuente de cuello blanco; Roberto Madrazo, síntesis del priismo decadente de los noventas y Andrés Manuel López Obrador, populista fanático que llegó a la presidencia de la República en 2018. Desde la llegada de AMLO a la presidencia en lugar de ser años de florecimiento para su estado natal, la desgracia pareció asentarse en lo que fuera un edén.
Es así que llegó a gobernar la entidad Adán Augusto López, «mi hermano», como le decía López Obrador. Don Adán pasaría a ser el secretario de Gobernación de AMLO, el hombre que instrumentaba la política a nivel nacional. Se hizo famoso y poderoso. Su «hermano», lo nombró precandidato a la presidencia para señalarlo como uno de sus favoritos y lo premió con una senaduría y la coordinación del partido en el Senado.

Desde ese cargo, Adán Augusto dejó a un lado la prudencia que le caracterizó en su puesto en Bucareli y se convirtió en una suerte de porro legislativo que nadie reconocía.


Al tiempo que su figura entraba en decadencia, el gobernador entrante -también de Morena-, Javier May, denunciaba que altos funcionarios del gobierno de Adán Augusto estaban no solo coludidos, sino que jefaturaban la organización más peligrosa del crimen organizado en el estado.


Desde entonces solamente sabemos de asesinatos, persecuciones, balaceras, quema de negocios, extorsión y todo género de delitos en Tabasco. Fue algo sorprendente ¿En qué momento aquello se convirtió en un infierno? El asunto ha dejado de ser un pleito entre morenistas y ha tomado ramificaciones muy delicadas para el movimiento en el poder.
Resulta que quien fuera amigo de la juventud de Adán Augusto López y secretario de seguridad en su mandato como gobernador, Hernán Bermúdez Requena, tiene una orden de aprehensión por su vinculación con el grupo criminal «La Barredora» que opera en Tabasco. El anuncio no lo hizo ningún funcionario del gobierno local, fue hecho, ni más ni menos que por un general del Ejército Mexicano, el comandante de la 30 Zona Militar en Tabasco, Miguel Ángel Martínez. No es poca cosa.


Al que fuera hombre de confianza de Adán Augusto ya lo busca la Interpol, pues según informó el general Martínez se dio a la fuga en enero de este año. El hermano de López Obrador-este sí parte de la familia- de nombre José Ramiro, actual secretario de gobierno estatal, declaró enfáticamente que con esa orden de aprehensión empezaba «a salir toda la pudrición».


A Tabasco llegó inversión millonaria con la refinería de Dos Bocas, atención gubernamental por ser la tierra del entonces presidente. Pero también llegó a gobernarlo Morena con Adán Augusto y se hundió en un mar de inseguridad y crimen que no sabemos hasta donde llegue. Tabasco dejó de ser un edén y se convirtió en el paraíso de la delincuencia.