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Sucia estrategia política la de enlodar a los adversarios

– Se utiliza siempre en víspera de elecciones

 

La Ley de Murphy dice: para limpiar algo, hay que ensuciar otra cosa. Ignoro si el gobierno quiere limpiar su imagen. Ignoro si la puede limpiar. Lo que es un hecho es que está decidido a ensuciar la de los demás. Sus adversarios muy pronto serán sepultados por una avalancha de lodo. Si no puedes tener una imagen limpia, sencillamente ensucia la del otro y estarán en igualdad de circunstancias; señalaba en su artículo “La estrategia de ensuciar” publicado el 25 de febrero en Milenio, Juan Ignacio Zavala.

Es una vieja estrategia política. Tiene cierta lógica; entrampados en su corrupción, escándalos inmobiliarios, el desorden en seguridad que sigue creciendo, entre muchas otras ineptitudes, no encuentran salida. El período electoral se avecina y las perspectivas no parecen halagadoras. El fenómeno de ensuciar a los oponentes resulta muy común a nivel nacional; es tiempo de elecciones y de utilizar las estrategias que sean incluyendo la difamación y la diatriba.

Esto sucede también en Zacatecas donde el partido oficial se ve preocupado ante su caída en las preferencias electorales y la fuerza de alguno de sus oponentes.

En el distrito 2, con cabecera en Jerez sufren al esperar la derrota y lanzan campañas de desprestigio contra José Viramontes porque lo consideran peligroso.

Ensuciar a los demás, piensan es la forma de verse menos mal, por la vía de compararse con el otro. Es la aspiración a que se diga; todos son igual. Es la certeza de que el destino es chapotear en el fango, convivir en el hedor.

Finalmente –concluye Zavala-, la salida al problema de credibilidad que atraviesa el gobierno, no pasa por encender el abanico que salpica por todos lados.

Parafraseando al argentino Arturo Jauretche: no se trata de cambiar de chiquero, sino de dejar de ser puerco.