Se pronuncia Peña Nieto contra el populismo, la demagogia y la intolerancia
– Aunque esto es característico de su partido, algo así como una denominación de origen
A pesar de la intensa campaña publicitaria; del excesivo ruido comunicacional, antes y después del tercer informe de gobierno de Peña Nieto que marca la mitad del camino en este tan polémico desempeño del gobierno federal, se han dado opiniones que severamente cuestionan a un presidente de la república que no inspira la suficiente confianza a pesar de sus enormes esfuerzos por transmitirla.
Ese bajo nivel de confianza hacia el presidente es preocupante; así lo percibe el propio Peña, de ahí su afán de convencerse primero a sí mismo y luego al pueblo de México, con un mensaje, muy al estilo del viejo PRI, el de hace veinte años o más.
No obstante esa realidad que refleja la caída al nivel más bajo de un presidente de la república a mitad de su mandato en cuanto a la aceptación ciudadana, que indica un 34 por ciento y hasta el 15 por ciento en encuesta aplicada a líderes de opinión, según se ha publicado en medios de comunicación nacionales, la actitud sigue siendo autoritaria, su elevada soberbia no reconoce el estancamiento económico, no se propicia ese diálogo tan necesario con la sociedad, tal vez porque no saben cómo hacerlo.
El presidente con sus cambios y reacomodos en el gabinete quiere transmitir un relanzamiento de su gobierno, quiere aparentar que son fuertes y que en esta segunda mitad de su mandato logrará lo que no ha podido hacer hasta ahora.
Siendo un tema medular el económico, no se toca mucho; no se habla sobre el nulo crecimiento; no existen resultados palpables de beneficio para la población con la reforma energética; la reforma fiscal ha sido criticadísima por la iniciativa privada… promete mayor transparencia pero nunca se castiga a quien hace mal uso de los recursos y tampoco cuando se dan conflictos de intereses, hechos que en la presente administración parecen ser algo común. Ante esto, el presidente se concreta solamente a decir que reconoce se ha lastimado a la ciudadanía, pero no hace nada para resarcir el daño.
Por ello, no existe credibilidad en su nuevo decálogo; prometen algo que difícilmente van a cumplir.
México necesita crecer para abatir la pobreza y aunque insisten en decir que los índices se han bajado a la mitad con la implementación de sus programas alimentarios, estamos muy lejos de que sea realmente posible a través de dichos programas alcanzar los resultados que pregonan.
Con mayor énfasis que el resto de su mensaje, al referirse a otras opciones políticas, se pronunció contra el populismo, la demagogia y la intolerancia, pero a decir verdad, son precisamente las principales características que siempre ha tenido su partido; es algo así como una denominación de origen del PRI.
También dijo en frases aisladas que el último año ha sido difícil para México, cifrando sus esperanzas de mejoría con la aplicación de la reforma económica.
Anuncia que el gobierno deberá apretarse el cinturón; ante mayores recortes al presupuesto en 2016, pero a todas luces se percibe que será el ciudadano común quien sufrirá otra vez las consecuencias, porque la clase política seguirá gozando de sus altos salarios, viajes, beneficios por el tráfico de influencias y las prebendas que de una u otra manera siempre están a su alcance.