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Por qué a Ciro

Irene Escobedo López

Los canales de comunicación que el Gobierno del Estado utiliza son efectivos pero no siempre los más adecuados. Mientras que el viernes 12 de marzo, los adultos mayores de 60 años provenientes de Zacatecas y Guadalupe llegaban en masa a los puestos de vacunación para recibir la vacuna anti Covid, en el noticiero de Ciro Gómez Leyva “Por la mañana” se leía un comentario, una acotación que le habría enviado directamente la oficina de comunicación del Gobierno de Zacatecas donde se aclaraba que para ese día se disponía únicamente de 500 dosis de vacunas para ser aplicadas.  No habría para todos. Pero a la gente nadie le avisó y después de horas en las filas bajo el sol y varios connatos de riñas por disputarse el derecho a unas pocas vacunas, los adultos mayores recibían la triste noticia de que regresarían a casa sin la dosis de Pfizer.  La estrategia del gobierno fue sencillamente de ‘adivina-adivinador’ y el que alcanzó, alcanzó.

Si bien es cierto que la dotación de vacunas no depende de Zacatecas sino de la Federación y que prometen que la vacunación se reanudará en cuando llegue más producto, por qué entonces no hacer bien lo que sí nos toca y evitarle la vuelta a la gente que por obvias razones no tan fácil se traslada y hace fila para vacunarse.

Curiosamente al tiempo que la jornada de vacunación de ese mismo viernes apenas comenzaba, ya se difundía un boletín de prensa conjunto, de varias instituciones que anunciaban que por lo pronto quedaría interrumpida la vacunación y que la semana cerraba con la aplicación de 25 mil dosis.  Estas noticias llegarían tarde y con sueño para los que ya estaban formados, mal y de malas.

Porque por horas en las instalaciones de la Feria y en el Campus de la UAZ todo seguía como si nada. La aglomeración continuaba, seguían llegando cientos de personas convocadas con anterioridad, no eran espontáneos, el jueves todavía la Secretaría de Salud confirmaba en la red quien seguía en la lista. Y en efecto, los previamente registrados e invitados salieron de sus casas  con sombrilla en mano, agua, silla y en algunos casos hasta con oxígeno,  sin que nadie oficialmente saliera a decir nada respecto a que habría un límite de vacunas y que la semana prácticamente estaba cerrada. Y culparon a la gente, alegaron las autoridades presentes que hubo  en la fila personas que no tenían derecho a la vacuna por no vivir en la zona centro,  cuando la realidad es que apenas había 500 vacunas disponibles en total para dos centros de inoculación y cientos, si no es que miles de demandantes con registro válido en mano.

Hasta una paloma mensajera hubiera bastado para comunicarles a tiempo las novedades y evitarles la vuelta  a nuestros ancianos y de paso la  insolación, pero era más importante avisarle a Ciro, por aquello de que, no sea que se vaya   a hablar mal de la casa aunque por debajo del tapete se haya escondido el polvo.