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Narrar lo insólito

Priscila Sarahí Sánchez Leal

Las coincidencias, el azar y lo insólito en la cotidianidad son los elementos centrales que atraviesan la obra El cuaderno rojo, de Paul Auster, en donde los accidentes y encuentros fortuitos se transforman en ejes fundamentales de la vida, más allá de la simple anécdota.

Se trata de un libro breve, publicado por primera vez en 1993, que reúne una serie de historias reales, algunas vividas por el propio autor y otras escuchadas por él en distintos momentos de su vida. Cada una de las historias confirma que el azar juega un papel mucho más decisivo de lo que parece.

Paul Auster capta la atención del lector con un estilo sobrio y pocas palabras, sin un exceso de artificios, aunque se alcanza a percibir que tras esta sencillez hay un gran sentido de la precisión, pues cada palabra y frase están en el lugar exacto, contribuyendo a lo que el relato necesita.  

Las páginas de El cuaderno rojo albergan hechos sorprendentes, como objetos perdidos que reaparecen en circunstancias inexplicables, llamadas equivocadas que cambian el rumbo de una vida, encuentros improbables que terminan siendo decisivos en la historia de alguien.

Todos son sucesos que, en la vida real, podrían atribuirse al azar, pero Auster los relata de tal manera que hace sospechar que hay algo más que subyace a ello, una especie de patrón oculto o, acaso, una trama invisible que une a las personas y los acontecimientos.

No obstante, el autor no pretende dar explicaciones ni lanzar teorías al aire, sino presentar los hechos y dejar que el lector piense en sus propias conclusiones. Hay una neutralidad narrativa que, curiosamente, es lo más envolvente del libro, pues lo insólito aparece sin más y no proporciona la comodidad de una respuesta.  

Si bien, la lectura del libro puede realizarse en una hora aproximadamente, deja una impronta mucho más profunda, ya que resulta imposible cerrar el libro sin pensar y recordar experiencias de la propia vida, aspectos en apariencia insignificantes pero que, puestos en perspectiva, quizá fueron determinantes aún sin saberlo.

Sospechar que el azar no es tan insignificante como parece, que quizá todo está conectado de una manera tan sutil y casi imperceptible, hace de El cuaderno rojo una lectura tan estimulante como misteriosa. Todo esto sin tener que recurrir a la complejidad de tramas intrincadas o narrativas extensas.

En cada una de las pequeñas narraciones, Auster conmueve y desconcierta, pone de manifiesto que la realidad es más extraña y fascinante cuando se experimenta desde una mirada atenta, apreciando las sutilezas y matices que hay en lo pequeño o en lo cotidiano.