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El presidente no aplicó el valor de la lealtad

Irene Escobedo López

Cómo le explicas a un ejército, al que le exiges lealtad, disciplina, institucionalidad, que su comandante supremo no reúne las características que, a todos, sí o sí se les impone para ingresar a las fuerzas armadas, para permanecer y para tener derecho a los ascensos y recompensas.

Para las fuerzas armadas evidentemente cualquiera que se le parezca a la canción de Chico che “Que no me quiso el ejército”, simplemente no está apto para el servicio y que los militares gocen de buena salud es una exigencia que esta consignada en la ley.

El cuadro de enfermedades que excluyen del servicio es muy específico y aplica para aspirantes, reclutas y militares en activo, llámese tropa, oficiales y jefes. Todos deben gozar de buena salud, de lo contrario son considerados “no aptos” para el servicio.

En el mencionado cuadro hay siete enfermedades oculares, siete afecciones otorrinolaringológicas, cuatro afecciones cutáneas sistémicas, doce afecciones del aparato osteoarticular, y diversas afecciones del aparato respiratorio y aquí me detengo, porque la insuficiencia respiratoria sin importar el grado, consecutiva a padecimientos broncopulmonares, pleurales, mediastinales, diafragmáticos, de la pared torácica de cualquier etiología o pérdida anatómica o funcional de un pulmón aun cuando estos hayan sido tratados hasta su curación, impiden que se ostente grado alguno dentro del ejército.

Además, son consideradas también como motivo de exclusión las afecciones del aparato cardiovascular como los padecimientos del miocardio, endocardio y válvulas cardiacas, de cualquier etiología, aun cuando hayan sido tratados; los padecimientos de las arterias coronarias, aorta, pulmonares u otros vasos de cualquier etiología, aun cuando hayan sido tratados. además de afecciones del aparato digestivo, genio urinario y del sistema nervioso.

Esto sin considerar que den el ancho también en masa corporal y estatura. Pues bien, el comandante supremo lo dijo, su lista de enfermedades es tan larga como todo lo que enlista Chico che, menos el alcohol, de modo tal que –se auto reconoce- como candidato a que no lo quieran en el ejército, ni siquiera en el servicio militar, pero resulta que es nada más que el comandante supremo, en estado de salud crítico y además sigiloso ante la nación, pero al fin el mayor jerarca dentro de la SEDENA y la SEMAR por mandato constitucional.

Jamás un soldado, un oficial, un jefe podrá aspirar a ocupar escaño alguno dentro de la institución, ni sumando todos los sacrificios, recompensas, aptitudes y eficiencia si no está físicamente sano y que el comandante supremo sea la excepción con su lista de enfermedades, no es algo que abona en la moral de las tropas, porque las decisiones, las más recientes, de los últimos años han hecho de las fuerzas armadas un ejército impotente, frustrado, humillado por cualquiera porque la encomienda es poner la otra mejilla.

Entre los valores militares que todo integrante de las fuerzas armadas debe memorizar -a tablazos si es preciso- se encuentran la disciplina, el honor, el valor, la honradez, patriotismo, abnegación, espíritu de cuerpo y –no me la salté, la dejo para el final- la lealtad, que a la letra impone: es la devoción sincera, voluntaria e infalible hacia la nación, el ejército, la unidad, superiores, subordinados y compañeros.

Incluye los atributos de sinceridad, justicia, verdad, honradez, rectitud y nobleza que son comunes a todo militar para servir al ejército y al país, como un compromiso permanente. Pero al presidente se le olvidó avisarnos a los mexicanos. No aplicó el valor de la lealtad que como comandante supremo debe asumir. Nadie nos dijo nada. Seguramente AMLO no quería preocuparnos, dejarnos con el pendiente.

Una nación amerita que un presidente ejerza valores, pero también que goce de buena salud, es cuestión de seguridad nacional, vale para la estabilidad del país. Auguramos que el presidente sane y lo logre cabalmente, pero un segundo informe de su estado de salud lo agradeceríamos todos, lo agradecería el país. Ameritaría sin duda, una valoración por parte de especialistas, pero sobre todo por quienes tienen voz y voto en esta nación.