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El Poeta de la Patria Íntima


Por José Guillermo P.H.

En el calendario de las letras mexicanas, el 15 de junio marca el nacimiento de quien habría de convertirse en el arquitecto de la patria íntima: Ramón López Velarde. Nacido en 1888 en esta ciudad de Jerez, su figura encarna una de las transformaciones más profundas de nuestra literatura: el paso de un modernismo cosmopolita a una poética de la introspección nacional.

López Velarde fue el sismógrafo del alma de un México convulso. Mientras la Revolución alteraba con estruendo el paisaje social, él operaba una revolución silenciosa en el lenguaje. Su genio consistió en escuchar el pulso de la vida cotidiana y provinciana para destilar de ella una voz inconfundible. En su obra, la patria deja de ser un monumento de bronce para convertirse en una experiencia sensorial, tejida con los hilos del recuerdo, la fe, el erotismo y la melancolía.

Su poema capital, «La suave Patria», es el testamento de esa visión. No es un canto épico, sino una conversación íntima con la geografía sentimental de México. Es el mapa de una nación que se reconoce en sus sabores, sus olores y sus contradicciones.

Su muerte prematura en 1921, a los 33 años, lo convirtió en mito. Nos legó algo más valioso que una obra extensa: un adjetivo, lo «velardeano», y con él, un modo de sentir y nombrar a México desde su núcleo más entrañable. Celebrar su natalicio es volver a ese minuto esencial en que la patria se nos revela, no en el grito, sino en el susurro.