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EL PANTEÓN DE DOLORES DE JEREZ ES EL MÁS BELLO DE MÉXICO

José Muro González

“México Desconocido”, la revista especializada tanto en turismo como en dar a conocer a su público lector los lugares más atractivos, aunque poco frecuentados, de México, consideró que el Panteón de Dolores de Jerez era el más bello de la República Mexicana.

El artículo en cuestión fue acompañado con fotografías de algunos de los mausoleos y sepulcros más destacados de este cementerio. Y en efecto, una simple visita al Panteón de Dolores, vistoso e importante sitio de la ciudad de Jerez, permite apreciar el gran acervo arquitectónico, escultórico, cultural, artístico e histórico que contiene este cementerio.

Sus bellamente trabajados y atractivos mausoleos, sepulcros, tumbas, lápidas, enrejados, etc. dan cuenta del esplendor con el que las familias acomodadas jerezanas, de finales del siglo XIX y principios del XX, decidieron dejar huella perenne de sus antecesores difuntos, erigiéndoles estos auténticamente grandes monumentos funerarios que todavía nos adperidad alcanzada por algunas de las familias de la localidad, algunas de las cuales poseían haciendas altamente productivas de granos y de ganado, les permitió invertir cuantiosas cantidades de dinero en la edificación de los monumentos funerarios que legaron a este camposanto.

Este auge se vio favorecido por la existencia en Jerez de un nutrido número de artesanos (canteros, herreros, etc.) y aun arquitectos aptos para diseñar y erigir estas hermosas obras que adornan el panteón. Uno piensa, inmediatamente, al contemplar estos estupendos trabajos en personajes capaces de realizar estas finas obras, tales como Dámaso Muñetón, el genial arquitecto empírico, muy activo en Jerez, a finales del s. XIX y principios del XX.

Y, en efecto, algunos de los detalles de estas tumbas y sepulcros, como los son las pesadas lozas asentadas sobre esferas de cantera que adornan algunas de las tumbas es un detalle que impacta la vista de los observantes, y que pareciera que son obra de la fértil imaginación de Muñetón. Sin embargo, el único trabajo de este panteón que, sin duda, puede atribuírsele a este gran arquitecto es el epitafio, relativamente simple, pero muy visible y muy bien conservado, y también triste, que fue dedicamiran.

La decisión de construir tanto este camposanto como una iglesia aledaña data de 1812, cuando se determinó edificar la Capilla de Dolores en un lugar situado entre los dos ríos más importantes de Jerez, el Río Grande y el Río Chico, con el fin de facilitar a los vecinos de esa zona su asistencia a la misa dominical, dada la lejanía (¿?) en que se encontraba, para ellos, el templo parroquial. El camposanto, sin embargo, comenzó a utilizarse desde 1809, al ser enterrado ahí un indio llamado Juan Juárez.

La necesidad de que, en las postrimerías de la época colonial, la Villa de Xerez contara con un camposanto era evidente: se había sobrepasado la capacidad del piso del templo parroquial y su atrio para seguir aceptando sepulturas de cuerpos, aunado al hecho de que los malos olores causados por la putrefacción de los cuerpos recién sepultados eran motivo de grandes molestias para los fieles y ponían en gran riesgo la salud de éstos, por lo que resultaba irremediable la creación de un camposanto alejado de la zona poblada.

Durante el resto del siglo XIX y hasta antes de la Revolución de 1910, el Panteón de Dolores alcanzó su máximo esplendor, toda vez que la prosdo a su hija Soledad Muñetón, quien falleció el 28 de noviembre de 1894, a sólo un día de nacida. En la visita a este panteón, donde rebosa el arte arquitectónico y escultórico, el observador no deja de notar los apellidos de las familias que erigieron estos monumentos mortuorios.

Apellidos tales como Brilanti, Castellanos, Amozurrutia, Inguanzo, Suárez del Real, etc. aparecen en los mausoleos más ostentosos. Y al constatar que estos apellidos notorios del pasado ya no son frecuentes entre la sociedad jerezana, se llega a la lógica deducción de que las familias que ostentaban esos nombres abandonaron Jerez para no volver, probablemente en tiempos de la Revolución de 1910.

Por último, resulta muy positivo que, a la vez que es un Panteón, el de Dolores, también haya sido convertido en un museo; esta doble función del sitio obliga tanto al Ayuntamiento como a los visitantes a ser más cuidadosos de este gran patrimonio de Jerez y que en tanto que museo, alberga una gran e impresionante colección de obras de arte mortuorio, tanto escultóricas como arquitectónicas, que dan lustre y orgullo a los jerezanos.