El misticismo en la nueva gobernanza
La espiritualidad en los Monreal no es cosa nueva, han gobernado acompañados de un gran fervor al Santo Niño de Atocha, de amuletos y procedimientos ancestrales para que llueva o se lleve las malas energías.
Irene Escobedo López
El misticismo y la religiosidad ocupan casi todo el territorio de nuestro país y alcanzan a casi todos, también a Zacatecas y a sus gobernantes. Cada persona, a prescindir de sus creencias y cultura, tiene una forma de prevenir los males y curar.
Convicción o creencia de carácter divino, el misticismo en México está presente desde la antigüedad. Se practica a través de plantas como la curativa y sagrada Salvia de Oaxaca, de piedras como la mitológica obsidiana -instrumento de guerra y ritual en ceremoniales- y rituales que involucran prácticas y símbolos, todas manifestaciones sagradas de petición o de agradecimiento y de protección a lugares y personas.
Para los antropólogos, la limpia es un modo reequilibrador dirigido a varios niveles: emocional, espiritual, mental, físico y energético. A este último ha hecho referencia David Monreal Ávila Gobernador de Zacatecas quien recién mudado a Palacio de Gobierno vio que el lugar necesitaba una limpia, “no sea que dejaron (?) un hechizo”. Tal pretensión -ocurrencia o equivoco- parecía advertir desde el comienzo, que a Monreal le esperaba un inicio de sexenio cuesta arriba.
Y aunque la crisis en Zacatecas ha sido inevitable y la situación es cada vez más difícil, David Monreal parece querer evitarse un susto, curar energías o simplemente vibrar positivamente. Quizás esta sea la razón por la cual porta también un amuleto.
Se desconoce cuál sea el significado personal de la pulsera roja que el mandatario porta en su muñeca, pero al objeto, se le atribuyen algunas virtudes como atraer la buena suerte o asegurar la protección de su dueño. Actúa también como escudo contra las malas vibras.
La espiritualidad de los Monreal no es cosa nueva, Ricardo Monreal ex gobernador de Zacatecas y cabeza del linaje de los destacados políticos, provoco que el entonces Obispo Carlos Cabrero Romero y el ex gobernador Miguel Alonso Reyes, ofrecieran y participaran de una misa en el Santuario de la Bufa por un buen temporal y para contrarrestar el uso de chamanes. Situación atribuida al sexenio que recién concluía en ese momento Ricardo Monreal.
El fervor al Santo Niño de Atocha ha sido parte también del legado de la dinastía Monreal. Para la familia, su advocación es una práctica religiosa permanente, acuden fielmente a su Iglesia, y su imagen ocupa lugares de honor en sus espacios privados. Incluso desde tiempos de Ricardo Monreal, al niño Jesús en los brazos de la Virgen, se le encomendaron propósitos específicos para Zacatecas y la gente -religiosa como es su esencia- lo apreció.
Pero en este país no solamente el pueblo es religioso, es también místico y lo han sido además muchos de sus gobernantes.
Hay infinidad de historias narradas en Catemaco Veracruz, donde la clase política principalmente priista, hizo de la ‘tierra de los brujos’ un lugar habitual al que recurrir. En este poblado, aún se conservan evidencias como fotografías que manifiestan la alianza y conexión entre políticos y curanderos.
En la literatura, hay también innumerables lecturas que confirman el vínculo. En Las brujas y el Poder de Jesús Gil Olmos, (2009), aparecen nombres como el del ex gobernador de Tamaulipas Manuel Cavazos Lerma, de quien, describe el texto: “implementó en su gobierno, un sistema místico de auto superación” inspirado en las enseñanzas del líder espiritual hindú Maharishi Mahesh Yogi.
Famoso también en la historia, el episodio de película de Francisca Zetina alias “la Paca”, quién habría guiado a la entonces Procuraduría General de la República, para concluir las indagaciones sobre el asesinato de Manuel Muñoz Rocha. Se dice que la Paca era la consejera espiritual de cabecera de Raúl Salinas de Gortari.
De visitas a vudús y rituales hay en la historia de nuestro país, infinidad de episodios y personajes. Desde Elba Esther Gordillo y sus prácticas chamánicas, hasta los amarres de Martha Sahagún para Vicente Fox, son algunos ejemplos que cita en su libro Jesús Gil Olmos y aunque las evidencias suelen ser casi siempre discretas y resulta fantasioso darles credibilidad, lo cierto es que dichas prácticas son parte ordinaria, de las costumbres del México tradicional.
La Medicina Tradicional Mexicana es otra forma específica de limpias y va desde ramos de plantas pasados alrededor del cuerpo, bañar a la persona con humo de incienso, aromas, colores, vapor y hasta el clásico huevo que las abuelitas aún practican pasándolo por el cuerpo para curar mal de ojo, energías o dolencias, es una costumbre zapoteca.
Desde tiempos del Virreinato, hay testimonios de que los franciscanos daban indicaciones a los indígenas de ‘limpiar’ sus casas para recibir alguna visita importante. También aplicaba para estar en presencia de Dios y visitarle en el templo, aunque el concepto en la práctica, tenía significado diverso para unos y otros: los misioneros asumían como limpia, la necesidad de higienizar, mientras para los nativos se asociaba a la práctica de prevenir los males y curar.
En las sociedades del pasado, tanto en Asia como en Mesoamérica, tenían sus propios modos de protegerse. Se practicaba un sistema terapéutico a modo organizativo de grupos y comunidades, en tiempos en los que las amenazas eternas, sobrenaturales, naturales y externas, hacían peligrar no solo el equilibrio y bienestar de los individuos sino también su estabilidad e integridad, concluyó un estudio de Mircea Eliade (2001). Juzgar el misticismo, es tanto como oponerse a la cultura, como contraponer la milenaria práctica de la Medicina Tradicional China con la medicina occidental, y el de Zacatecas es un pueblo que gusta de la religión, de lo místico y etéreo, de las tradiciones, celebra lo religioso, sublima la cultura popular y exalta el valor de sus costumbres.