El Día Internacional de la Mujer
Jaime Santoyo Castro
El día internacional de la mujer es una fecha que nos recuerda el largo camino de la humanidad manchado por la sangre, la ignominia, la indignidad e injusticia con la que han sido tratadas las mujeres en el mundo.
La lucha inició con la exigencia de que la mujer fuera reconocida como ser humano para el derecho y estará presente hasta eliminar todo rasgo jurídico y de hecho que implique dominación, discriminación y desigualdad.
Las mujeres salen en este día para recordarnos el vergonzoso trato que han sufrido, pero también para dejar claro que nunca más estarán dispuestas a sufrir vejaciones y que aún quedan grandes injusticias que impiden la igualdad plena entre hombres y mujeres.
Este tema, que pareciera que sólo debe tratarse por mujeres, es responsabilidad de toda la sociedad, que está formada por hombres, mujeres, y las personas no binarias, y por ello no es un tema que excluya la participación del hombre.
Todos los actores sociales provenimos del seno materno, hemos sido orientados, formados y guiados por las mujeres que nos trajeron al mundo y cada uno de nosotros tenemos una vivencia qué contar.
Mi madre tuvo 16 hijos, y se dio tiempo para atendernos en la casa, y trabajar haciendo permanentes, tejiendo colchas para vender, vendiendo productos de belleza, promoviendo la venta de terrenos y casas, fungiendo como directora de la Guardería Infantil del INPI y haciendo labores de Trabajo Social. En todas esas labores dedicó más tiempo que el que cualquier persona hubiera dedicado a algún negocio, empleo o actividad, pero en las actividades del hogar no tuvo ninguna retribución económica.
Hasta gran parte de la segunda mitad del siglo pasado, el lugar de la mujer era la casa, o trabajar de enfermera, maestra, partera, peinadora, costurera o lavandera.
La mujer fue logrando salir a estudiar, a prepararse, a incorporarse a la vida productiva, pero sigue compartiendo esto con la asignada función física y mental de estar pendiente de la casa, de los hijos y del marido, o de los padres, tíos y abuelos, actividades a las que no se les ha asignado un valor económico, y en consecuencia sigue siendo una desventaja para ella, porque es sometida a trabajos no remunerados.
Si se contabilizaran las horas de trabajo de la mujer en la casa, las horas en que no duerme por estar pendiente de los hijos o del esposo, o por los consejos y ayudas en las tareas, o del cuidado de los padres o abuelos o las preocupaciones constantes que sufren porque los escasos recursos no le alcanzan para las necesidades básicas, nos quedaríamos sorprendidos de la real aportación de la mujer en el crecimiento del hogar y en la construcción de la tranquilidad social.
Encima de todo eso, que no valoramos, la mujer sigue soportando injustamente en muchos casos discriminación, machismo, violencia física y psicológica, acoso laboral o sexual, desigualdad, carestía y pobreza. Hoy por hoy, con pena podemos afirmar que la pobreza está feminizada, pues 7 de cada 10 personas ubicadas en el rango de pobreza son mujeres. ¡Esto no es justo! Ni como olvidar las desplazadas de Zacatecas.
Las mujeres se habían venido incorporando a diversas tareas productivas en los últimos años, en la medida que se fueron creando estancias infantiles, escuelas de tiempo completo, programas de créditos para emprendedoras, y lamentablemente esto ha desaparecido, y si a ello le sumamos el crecimiento de enfermedades que afectan a la mujer y a los niños y la reducción de medicamentos y recursos que había para atenderlas, agravado por estos dos años de pandemia en el que las mujeres, que fueron en su mayoría las que estuvieron en primera línea, también resultaron las más perjudicadas, porque perdieron su empleo y vieron frustradas sus expectativas de negocio. Todo ello significa una inaceptable condena de retorno a las cuatro paredes de su hogar.
¿Qué falta? Construir una gran estrategia conjunta de la autoridad y la sociedad para recuperar lo que se ha perdido y eliminar todo rasgo de injusticia y desigualdad. Que cada logro de una mujer sea un logro no de ella, o de un grupo en particular, sino del género; y que se escuchen siempre; en todo momento y en todo lugar, no sólo el día de la mujer. Hoy contamos con Senadoras y Diputadas Zacatecanas que más allá de sus diferencias, deben ser una sola voz para convocar a la sociedad a construir ya, de un solo tajo, la igualdad de género, la dignidad y la justicia.