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De selección de candidatos y de campañas

  • Por Jaime Santoyo Castro

Sonaron los tambores de guerra y ya podenos ver en todo el territorio nacional, las campañas de todos los partidos y todos los candidatos aspirantes a 3,400 cargos de elección popular, desde Presidente de la República, hasta regidores. 

Muchos han sido los llamados, pero pocos serán los escogidos. Internamente, sea el método que sea, los partidos seleccionaron a los que son abanderados de sus siglas y colores y hay qué decirlo. De esos procesos internos hay algunos que se ven alegres y sonrientes, y son aquellos que, por el reconocimiento que gozan de la ciudadanía, por su prestigio personal y por su conexión con los votantes, tienen muchas posibilidades de ganar; hay unos menos alegres, y son aquellos que, por su escasa vinculación con el electorado, no están seguros de su victoria; pero hay otros que saltan de júbilo. Son aquellos que van en los primeros lugares de las listas de plurinominales, pues saben que sólo tiene que esperar a que su partido pierda algunas de mayoría para tomar posesión sin desgastarse; y muchos molestos o desilusionados, porque no fueron designados, o porque sus amigos o compadres no merecieron la nominación. 

En todos los partidos se escuchan reclamos; acusaciones de injusticias, imposiciones, componendas, “arreglos”, presiones, desprecios, descalificaciones, incomprensiones, compadrazgos, etc, etc. 

Estas inconformidades, en ocasiones se atienden oportuna-mente y se sanan las heridas, se negocia, se pacta y se sigue adelante. Cuando no se atiende, o no se quiere o no se puede, se deja al militante o al aspirante rumiando solo su desencanto, con alguna expresión como la de “ahí se le pasará”. 

La política es, según los que saben, de pasiones, y éstas, en ocasiones se desbordan, y así parece ser en los procesos selectivos, en los que en ocasiones se aprovecha para seleccionar a los mejores y en algunos casos para imponer amigos, familiares, socios, novias, novios, incondicionales y secuaces, o bien para bloquear a quien se considera indeseable o no es bien visto. 

Este proceso es complicado, porque los que no son nominados, por una o por otra cosa, quedan incómodos, insatisfechos, enojados y resentidos. Algunos con justa razón se van; renuncian a su militancia, porque no sintieron reconocimiento a su trabajo, no hubo reciprocidad o porque se dan cuenta de que en los otros partidos los respetan más que en el suyo, y otros, porque de plano se cansan de trabajar y trabajar en su partido y de que siempre los hagan a un lado. Cuidado con eso!!!

Algunos de los que encuentran cobijo en los demás partidos, se van a contender con otras siglas. Muchos son los ejemplos de ello. En el PRI decimos que el PRI le gana al PRI; en Morena se dice que AMLO pierde con AMLO porque es él y nada más él y en el PAN hay desprendimientos que le restan solidez al propio PAN. 

Desde aquí le manifiesto mi respeto a quienes, haciendo una reflexión serena, con dignidad, renuncian a la candidatura cuando no encuentran respeto y respaldo; pero también a quienes con madurez, haciendo uso de su derecho constitucional de asociarse libremente, deciden emigrar a otras expresiones por no encontrar respuesta a sus aspiraciones. No son decisiones que deban descalificarse.