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Menos matrimonios, nuevos desafíos para México

Por Irene Escobedo

El matrimonio como institución está perdiendo peso, al hecho lo respaldan estadísticas que confirman la falta de motivación de la sociedad actual para casarse: “Los matrimonios civiles han caído un 50% en los últimos 20 años, mientras que el 33.1% de los mexicanos mayores de 15 años permanecen solteros”, según el INEGI.

Además, la edad promedio para casarse ha aumentado significativamente: 32.1 años para las mujeres y 35 años para los hombres.

Este fenómeno se replica en muchas sociedades a nivel global. En todo el mundo las parejas están optando por relaciones más flexibles, alejadas de los modelos tradicionales de familia que implican la formalidad del matrimonio. En México, esta tendencia se explica en parte por factores económicos, pero también por un cambio cultural: las personas buscan mayor independencia y priorizan su desarrollo individual.

Un dato que destaca es que las parejas del mismo sexo parecen ir contracorriente o mejor dicho a favor de esta, ya que siguen favoreciendo el matrimonio. En 2024, se registraron 6 mil 606 matrimonios entre personas del mismo sexo, este grupo poblacional sigue apostando por el “sí” frente al aumento de separaciones en parejas heterosexuales.

Por otro lado, la falta de compromiso formal entre parejas está estrechamente ligada a otro fenómeno alarmante: la baja natalidad que en 2024 fue de 47.7 nacimientos por cada mil mujeres en edad fértil, una caída significativa comparada con los 70.1 de 2018. Sin duda cada vez más personas en edad reproductiva priorizan su realización personal por encima de formar una familia. ¿Qué va a pasar? ¿Cómo va a impactar? Indudablemente nuestro país se está acercando al umbral de una población insostenible en términos sociales y económicos.

También la experiencia de Europa es un ejemplo claro de lo que puede ocurrir en nuestra geografía: la baja en los nacimientos ha obligado a muchos países a abrir sus fronteras a la migración, para compensar la falta de nuevos nacimientos con personas que puedan contribuir al sistema económico y de pensiones. La mala noticias es que, en México, este fenómeno ya se asoma como un desafío crucial para el futuro.