Marco Antonio Ureño y su camino hacia el sacerdocio
Por Irene Escobedo
“Estoy consciente de mis fragilidades, pero sé que a Dios le gusta trabajar con instrumentos frágiles”
El pasado 15 de agosto, en la festividad de la Asunción de la Virgen María, el diácono Marco Antonio Ureño Arriaga, fue ordenado sacerdote en la parroquia de la Inmaculada Concepción de Jerez. La ordenación sacerdotal fue presidida por el obispo Sigifredo Noriega Barceló, quien destacó la importancia de la fecha, al coincidir con una solemnidad mariana significativa para la Iglesia Católica.
El inicio de su camino
Con tan solo 28 años, Marco Antonio ha dado inicio a su ministerio sacerdotal, consolidando un proceso de formación que comenzó en su adolescencia.
Desde pequeño, Marco sintió un llamado especial de Dios, aunque en su infancia este se manifestaba como un juego: junto con sus hermanos, simulaba ser sacerdote. Sin embargo, con el tiempo, su vida tomó otros rumbos y soñó con ser cantante, chef e incluso astronauta.
Fue durante su etapa en la secundaria cuando comenzó a notar que sus amigos acudían a él para compartirle sus problemas y buscar consejo.
Este hecho reavivó en Marco el recuerdo de su vocación infantil, llevándolo a reflexionar sobre el papel del sacerdote como guía espiritual, consejero y sanador de las heridas del alma.
Tras tomar la decisión de seguir este llamado, ingresó al Seminario Menor de Zacatecas el 6 de agosto de 2012, donde inició su formación con el curso introductorio.
Posteriormente, el joven continuó sus estudios de filosofía y teología, completando su preparación inicial en junio de 2024.
En su camino hacia el sacerdocio, Marco Antonio descubrió que “Dios llama a las personas desde sus propias heridas, las sana y las envía a sanar a otros”. Ligada a su filosofía fue la intención de su ordenación que estuvo dedicada a las víctimas de desaparición y las madres buscadoras.
Desde sus inicios como seminarista el joven Marco adoptó como lema de vida y ministerio una frase de San Antonio de Loyola: “En todo amar y servir”, inspirada en su firme creencia de que la vocación de cualquier persona radica en el amor y el servicio hacia los demás.
El ahora presbítero es originario de Jerez, Zacatecas. Es hijo de Francisco Javier Ureño, mejor conocido como “el baratero de Jerez”, su madre es la señora Gloria Arriaga originaria de Calera. Es el tercero de seis hermanos.
¡SÍ QUIERO!
Como un gesto de profunda humildad y su misión ante Dios, Marco Antonio Ureño se postró rostro en tierra dentro del templo de la inmaculada Concepción en Jerez. Esta postura es conocida como “postración” es un acto simbólico, representa el abandono del ego y el renacimiento en un nuevo ministerio.
El diácono al ser aceptado en el ministerio de los presbíteros pronunció con voz firme y convencimiento el ¡Sí quiero! Con el que aceptó cada uno de los compromisos que le fueron leídos por el obispo de la diócesis de Zacatecas, Sigifredo Noriega Barceló.
Necesidad de vocaciones
En nuestro país hay aproximadamente 17 mil 500 sacerdotes, representan el 4% del total de sacerdotes que hay en el mundo, un aproximado de 400 mil.
Para una población de cerca de 98 millones de católicos, México adolece de sacerdotes y vocaciones.
No hay cifras exactas sobre el número de seminaristas que abandonan sus estudios y dejan de lado la vocación sacerdotal pero se estima que hay una sensible disminución de aspirantes a cursar estudios sacerdotales.
En el país existen 145 seminarios mayores, todos han visto disminuida su matrícula. El total de seminaristas actualmente es de 6 mil 546 en todo el país.
Un ejemplo de la disminución de las vocaciones es el seminario de Guadalajara donde de 2014 a 2015 había mil 350 seminaristas. En 8 años el número de aspirantes a descendió en un 34%, Es decir para 2023 solo contaba con 904 seminaristas.