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¡GARGANTAS PROFUNDAS!

Jaime Santoyo Castro

Hace unos días, durante la mañanera, el presidente López Obrador afirmó: palabras más palabras menos, que gracias a sus gargantas profundas estaba enterado de quién iba a representar a la oposición y tener toda la información de que desde arriba, los que no dan la cara pero son los que aportan dinero para las campañas, habían llevado a cabo todas las consultas para decidir que los representara Xóchitl Gálvez.

No cabe duda que el Presidente, político de cuerpo entero, siempre tiene una respuesta a los cuestionamientos que le hacen los periodistas presentes, y acomoda los escenarios; y en esta ocasión, al referirse al tema, aseguró que sus gargantas profundas, refiriéndose a sus informantes, le dieron santo y seña de las consultas que hicieron algunos empresarios para decidir quién encabezara las luchas del frente que tiene enfrente.

El Presidente, al mencionar esa expresión de “gargantas profundas”, vinculada al espionaje político, nos hizo recordar un relevante suceso de la historia de los Estados Unidos de América que se dio con aquel escándalo político conocido como el caso Watergate en la época en la década de 1970, que inició con un aparente robo en la sede del Comité nacional del Partido Demócrata, ubicado en el edificio Watergate en Washington D.C. y que tenía como finalidad la instalación de micrófonos por parte de la CIA.

Un periodista del Washington Post, de nombre Bob Woodward y su colega Carl Bernstein se dedicaron a investigar a fondo el asunto y según se dice, durante el proceso de investigación, recibieron suficiente información confidencial de una muy valiosa fuente anónima que se hacía llamar “Garganta profunda”, quien les proporcionó datos y señales que fueron la clave que les dio la pauta para descubrir la magnitud del escándalo que llegó a conectar con altos funcionarios del gobierno incluido el presidente Richard Nixon.

El informante conocido como “Garganta profunda” jugó un papel crucial en la revelación de la conspiración y el encubrimiento del caso Watergate y su identidad se mantuvo en secreto durante muchos años hasta que en 2005, a la edad de 91 años, Mark Felt, que había sido subdirector del FBI en ese momento, reveló públicamente que él había sido quien entregó los datos a los periodistas. Gracias a éste éxito periodístico, el Washington Post ganó el Premio Pulitzer el 7 de mayo de 1973 y Richard Nixon tuvo que renunciar el 8 de agosto de 1974, siendo el primer presidente de Estados Unidos en dejar su cargo. Fue la prueba más clara de que no hay secretos y de que la verdad sale a flote siempre.

Los periodistas escribieron un libro con todos los detalles de su investigación, mismo que sirvió de base para la filmación de una película que se llamó: “Todos los hombres del presidente” en 1976. En esa película se relatan todos los eventos del caso Watergate y precisamente con esta película se popularizó la expresión de “Garganta profunda”, que desde entonces se ha utilizado en el ámbito periodístico para referirse a una fuente anónima que proporciona información confidencial y reveladora sobre un tema de interés público. La expresión del Presidente López Obrador, pues, hizo alusión a esa clase de personas que, sin que nadie sepa, en el mundo de la política y otros escenarios se dedican a observar, recabar datos, e informar a quien le interese.