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LA MARCHA DE LA LEALTAD

Jaime Santoyo Castro

La historia de nuestro país está plagada de eventos en los que la población, pero sobre todo los jóvenes, han dado muestra siempre de lealtad, de solidaridad, de valentía y arrojo en favor de los más altos intereses de la nación y de la población en general, actos que son una inspiración para las generaciones actuales y futuras.

Una de estas grandes epopeyas, que debemos recordar por siempre, y contarla a nuestros jóvenes, es la marcha de la Lealtad del nueve de febrero de 1913, escenificada por los cadetes del Colegio Militar. Ese día, la capital de la República un grupo de militares, encabezados por los Generales Manuel Mondragón, Bernardo Reyes, Félix Diaz y Gregorio Ruiz iniciaron un motín en Tacubaya y Tlalpan en contra del Presidente Constitucional Francisco I. Madero, apoyados por otros militares y políticos.

Los alumnos de la Escuela Militar de Aspirantes del arma de infantería, en apoyo de los insurrectos, se habían apoderado de Palacio Nacional sin resistencia y ocuparon sus alturas, destacando algunos elementos en las torres de la Catedral y de los edificios inmediatos a la Plaza de Armas, sin embargo el General Lauro Villar, con soldados leales del 20/o. y 24/o. Batallones de infantería, logró recuperar Palacio Nacional e hizo prisioneros a los alumnos de la Escuela Militar de Aspirantes.

Enterado el Presidente Madero de los acontecimientos, ordenó al Teniente Coronel Víctor Hernández Covarrubias, Subdirector del Colegio Militar, que los alumnos del plantel se prepararan para salir en uniforme de gala y con su dotación de cartuchos completa, a fin de darle escolta y seguridad y previo a su salida, en el patio del Castillo de Chapultepec, el Presidente Francisco I. Madero, acompañado del General Ángel García Peña, Secretario de Guerra, exhortó a los cadetes de la siguiente manera:

“(…) Ha ocurrido una sublevación, y en ella la Escuela de Aspirantes arrastrada por oficiales indignos de su uniforme, ha echado por tierra el honor de la juventud del Ejército. Este error solo puede enmendarlo otra parte de la juventud militar y por eso vengo a ponerme en manos de este Colegio, cuyo apego a la disciplina y deber no se ha desmentido nunca. Os invito a que me acompañéis en columna de honor, hasta las puertas de Palacio, asaltado esta madrugada por los aspirantes y sus oficiales, y vuelto otra vez al poder del gobierno gracias a la energía del comandante de plaza, que ha sabido reducir al orden a los revoltosos”.

En seguida se inició la marcha rumbo a la ciudad, con una sección de la 1/a. compañía de descubierta, el señor Presidente y su comitiva, hasta que llegaron a la Plaza de la Constitución, en donde el General Villar informó al Presidente Madero que la situación en la Plaza de Armas o Zócalo había sido dominada, aunque en virtud de que éste había sido herido fue sustituido por el General Victoriano Huerta como Comandante de Plaza.

Después Madero continuó su avance a Palacio Nacional, escoltado por los alumnos del Colegio Militar y gente del pueblo Sin embargo, Victoriano Huerta, auspiciado por el embajador de Estados Unidos Henry Lane Wilson, traicionó al Presidente y el 17 de febrero, Madero y el Vicepresidente José María Pino Suárez fueron hechos prisioneros y mientras permanecieron en Palacio Nacional fueron obligados a presentar sus renuncias de Presidente y vicepresidente respectivamente ante un Congreso reunido en sesión extraordinaria, que nombró presidente a Pedro Lascuráin quien era Ministro de Relaciones Exteriores.

Lascuráin a su vez renunció a la Presidencia de la Republica, y el Congreso nombró a Victoriano Huerta Presidente. Madero y Pino Suarez fueron asesinados el 22 de Febrero. A ese período se le conoce como La Decena Trágica.