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CONFLUENCIAS

Arturo Gutiérrez Luna Unidad de Estudios Jerezanos

Larroyo plantea a sus lectores un desafío en la medida en que nos invita a profundizar en las temáticas que le ocupan, en la medida en que sus libros son cuestión de lealtad frente a los tópicos abordados. En ese sentido, el filósofo jerezano resulta en un autor maravilloso dueño de un oficio capaz de producir una escritura conveniente, consistente, además de contundente.

Es contundente porque abona en la compresión de importantes cuestiones de interés humano; resulta consistente en la medida en que sus textos desbrozan de distractores y superficialidades de un tópico al tiempo que lo explican; resulta conveniente ya que prioriza la reflexión de temas que preocupan a la sociedad de su tiempo. Me ha parecido imprescindible referirme al famoso retrato de Larroyo porque me interesa resalta el sentido de urgencia que se refleja en su rostro.

La imagen es la fiel estampa del intelectual afanoso interesado en la fragua de un pensar sostenido por la cultura y la filosofía. Con la escritura de Larroyo hablaríamos de un juego de fundamentación inextinguible. Siendo estudiante Siendo estudiante Larroyo dio muestras de su interés por la discusión de las ideas participando en tertulias espacios de encuentro muy difundidos en la época. En esas reuniones se suscitaban debates, diálogos y discusiones sobre temas generales de la cultura.

El fulgor de Francisco Larroyo se vinculó tempranamente a la educación al formarse como docente y especializarse en filosofía de la educación, hecho que lo llevaría a comenzar sus labores impartiendo un seminario de investigación con énfasis en lo educativo. Los años 1930s Tal como expresará Alfonso Reyes, la biografía resulta en centauro de los géneros, la cual da cuenta de una vida a través de un discurso documentado, que remite a pruebas documentales.

La biografía es un género en el cual pululan por igual historia y literatura. Si no resguardara la contrastación de fuentes, erraría el emprendimiento cultural. Debido a tal premisa, la biografía tratará con cuidado que el discurso acabe siendo documental y que la historia signifique una recuperación de fuentes con datos de consulta verificables.

La ética social

Para ese entones Larroyo ha publicado sendos libros que lo han presentado como un autor comprometido con la difusión de la filosofía, con la comprensión del espíritu de la educación, y con la discusión de la ética social. Larroyo está creando un pensamiento de la ética social entendida como un imperativo categórico que hace las veces de premisa para incidir en la circunstancia de que se forma parte. Por ello el filósofo hablará de una ética concebida como es social.

Escribir para todos Según asume Larroyo, su autor ideal es aquel que escribe y piensa para los demás. Redacta para explicar. Una fuerte trama estructurada a propósito de las ideas caracteriza sus entregas al periodismo lo mismo que sus derivaciones en libro. Enseñaba para entender. La impartición de la cátedra reivindica la reflexión crítica sobre las lecturas propuestas. Un ejercicio que traslado a sus entregas a la prensa. Una labor sostenida durante aquella época permite comprender su visión de intelectual comprometido con la realidad; su encomienda reflexiva la emprende con anclaje en la circunstancia. En realidad, su tentativa aspira a escribir para todos.

Al arranque de los años 1930s una consideración importante al respecto indica que Larroyo enfrenta el reto de salir de nuestro país para imbuirse con el pensamiento europeo. El genio intelectual de Larroyo se despertó en la época de los 30s del siglo XX. Empezó con la impartición de la cátedra. Se asumió hombre pensante llamado a reflexionar diversos problemas de índole crucial para la cultura mexicana.

Se abrió pasó en medio de la maleza de las ideas las cuales se ocupó de explicar en sendas obras a partir de aquel 1936. Acabó siendo intelectual, polímata y polígrafo. Durante 1936 acaece el fallecimiento de Ezequiel A. Chávez titular de la cátedra de educación. Los años 1930s corresponden a la etapa formativa de Larroyo, graduándose de Maestro normalista e ingresando de la maestría en Filosofía con área de especialización educativa, para continuar un posgrado en Alemania, gracias al apoyo de una beca. Un sostenido esfuerzo posibilitó que Larroyo obtuviera el mayor provecho de sus estudios.

Una férrea disciplina estructuró los esfuerzos hasta consumar su entendimiento cabal de temáticas en las que pronto se ocuparía de discutir en sus textos. Pero esta década resulta fundamental para su vida porque Francisco Larroyo ingresa a la vida intelectual con la publicación de sus libros La filosofía de los valores y Los principios de la ética social: concepto, axiología y realización de la moralidad, en 1936. Dos obras de capital importancia.

La filosofía de los valores había sido su tesis de maestría. Convertida en libro, asume los rasgos ligeros y profundos que alentarían el conjunto de su obra. Se trata de textos en los cuales resulta relevante el dinamismo con el que la ética ocupa un lugar relevante para afrontar los problemas del hombre moderno. La cultura será ética o no será. Adiciona el filósofo jerezano un ingrediente para formular la dualidad enhiesta contra la circunstancia. En este contexto, ética social quiere decir desempeño con comportamiento irreprochable frente a sus compatriotas. El concepto refiere el compromiso de considerar los impactos de lo social en la labor cotidiana de las personas.