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¡ME VOY A LA PORRA!

Jaime Santoyo Castro

Con esa expresión llena de melancolía, Tatiana Clouthier enmarcó su renuncia a la Secretaría de Economía presentada durante la mañanera del día seis de este mes ante el Presidente López Obrador, y aunque parece que quiso insertarla dentro de la afición del Presidente por el beisbol, la afirmativa de la renunciante de pasarse a la porra, más que una promesa de estar fuera del gabinete animando al equipo gubernamental, dio la impresión de ser una manifestación de molestia, de fastidio, como cuando alguien se sale de un lugar después de una discusión o un desacuerdo. Ninguna dimisión, por la razón que sea, es cómoda, salvo cuando se produce para dar paso a una mejor oportunidad.

De ahí en más, significa el rompimiento; el quebrantamiento de una relación o de un compromiso. Las palabras expresadas por Tatiana Clouthier al Presidente en su renuncia no dieron cuenta de la satisfacción ni el orgullo de la renunciante por los logros obtenidos. Se sintieron más como expresiones de molestia, de tristeza y desilusión y este rompimiento aparentemente fue confirmado por el desaire del presidente al abrazo de Tatiana.

Recordemos que cuando alguien nos molesta o queremos que nos deje en paz, es frecuente utilizar la expresión de “vete a la Porra” o de “mejor me voy a la porra”. José Ma. Iribarren en su libro intitulado “El porqué de los dichos”, comenta que la expresión “A la porra” era una voz que indicaba un castigo en el ámbito militar español, pues se usaba en los campamentos militares refiriéndose al bastón que llevaba el tambor mayor de los antiguos regimientos.

Nos dice que era un bastón labrado y rematado con un puño de plata, que era conocido popularmente como “porra”. Una vez que llegaban al lugar donde iban a montar el campamento, la porra era clavada en el suelo marcando el centro del mismo, y ahí se ubicaba el lugar de castigo, de manera tal que cuando algún soldado cometía una falta leve, el superior le decía: ¡Vaya usted a la porra, soldado! y ahí el castigado tenía que permanecer de pie junto a la vara hasta que su superior estimaba que era suficiente condena.

Esa expresión trascendió al ámbito popular y se anidó en nuestro país siendo utilizada para manifestar enfado y comunicar a alguien que se marche, o para alejarse en un momento de molestia.

Una muestra de la molestia de Tatiana fue su comentario de que durante la semana que renunció le tocó levantarse tres días a la mañanera y ya no podía, lo que pareció un reclamo por tenerla tres días esperando para presentar públicamente su renuncia. ¡Veremos cual es la interpretación correcta de esa expresión de “me paso a la porra!