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El desafío de los desarraigados en su propia tierra

Irene Escobedo López

Se han visto en la necesidad de dispersarse hacia geografías sin horizonte, a lugares a los que no pertenecen a veces sin ningún apoyo.

Juntos podemos encontrar caminos que nos lleven a una vida más digna, Obispo de Zacatecas.

El arranque de 2022, será recordado como ningún otro. La inseguridad ha irrumpido en la vida cotidiana de ya casi todos en Zacatecas.  Limitaciones en la vida diaria, miedo, incertidumbre, dolor y también nuevos desafíos para los que han sido desplazados de sus comunidades, y el éxodo de cientos o quizás miles, afectados por la violencia.

El pasado lunes, se confirmó que, por primera vez en doce meses, los homicidios dolosos en Zacatecas disminuyeron, el estado registró 28 por ciento menos muertes intencionales respecto a enero del año pasado. Pero las estadísticas son simbólicas de frente al creciente temor a la violencia, ahora generalizado y un éxodo obligado de un todavía incierto número de personas que abandonaron al menos 22 comunidades en riesgo y migraron hacia zonas ‘más seguras’.

Las amenazas y desafíos que enfrentan las personas desplazadas dentro de sus propios territorios, hasta ahora no han captado la atención de ninguna autoridad en el estado ni en México.

Quién si emitió su postura fue el Obispo de la Diócesis de Zacatecas Monseñor Sigifredo Noriega Barceló. El jerarca de la Iglesia se habría pronunciado contra la inseguridad en la entidad y la calificó como «violencia tremenda, asesina, descarada” que invade a Zacatecas, lo hizo dentro del Foro Diálogos por la Esperanza, de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

Empático, Monseñor advirtió que, ante la inseguridad, “hay mucha tristeza, mucho sufrimiento”, pero también dijo que escondernos detrás de las puertas no es una opción y agrego que nadie tiene la solución, “pero juntos podemos encontrar caminos que nos lleven a una vida más digna

Pero para los desplazados, no hay opción, tomaron la única decisión posible al abandonar sus tierras, su hogar. Se han visto en la necesidad de dispersarse hacia geografías sin horizonte, a lugares a los que no pertenecen, que no conocen, pero donde han encontrado refugio temporal entre familiares o amigos y a veces sin ningún apoyo.

Los desplazados internos, que huyen dentro de sus propios países, son cerca de 48 millones en el mundo y a prescindir del país donde el fenómeno ocurre, enfrentan los mismos desafíos en cualquier lugar al que se dirijan, sostiene la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR): “Luchan por encontrar alojamiento, tienen que vivir en centros colectivos, edificios públicos sin terminar o asentamientos informales donde enfrentan hacinamiento, acceso deficiente a servicios básicos y alto riesgo de desalojo.

Las emergencias que surgen a partir del desplazamiento forzado afectan la calidad de vida de las personas y dan lugar a desplazamientos secundarios, pues la mayoría son acogidos temporalmente o se instalan en campamentos donde no cuentan con las condiciones para la sobrevivencia a largo plazo

De los desplazados originarios principalmente de los municipios de Fresnillo, Valparaíso y Jerez, no se conoce el número exacto, es difícil de cuantificar. Con enormes discordancias, son pocas las voces oficiales que han aportado datos al respecto: la senadora priista Claudia Anaya sostiene que pudieran ser alrededor de 2 mil 500 los desplazados, el diputado migrante José Juan Estrada Hernández habla de casi 30 mil.

Respecto a las estadísticas institucionales sobre movilidad, las únicas disponibles son la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID 2021) y la información recabada por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). 

Los datos que aporta la ENADID refieren que 46 mil zacatecanos abandonaron la entidad en 2020 y se han establecido en Aguascalientes, Durango, Jalisco, Nuevo León, Coahuila y Chihuahua.  De la recopilación de datos de ACNUR se desprende que otros 22 mil habrían emigrado el año pasado al extranjero, y mil 725 personas originarias de la entidad pidieron asilo en la Unión Americana durante el primer semestre de 2021. 

“Familias que han radicado toda su vida en municipios como Fresnillo, Jerez, Valparaíso, Guadalupe, Loreto y la capital del estado, se están viendo obligadas a emigrar hacia puntos más “seguros”, entre ellos Aguascalientes, para no arriesgarse ante la espiral de violencia que se ha desatado en varios puntos de Zacatecas, publicó esta semana el diario El Hidrocálido, en referencia al tema.

Algunos de los principales desafíos que advierte la ONU para los desplazados internos son: el hacinamiento y acceso limitado a servicios de salud, agua y jabón, lo que las hace particularmente vulnerables a la pandemia. No pueden volver a ocupar sus hogares o tierras, debido a que otras personas las han invadido o han sido parcial o totalmente destruidas.

Una persona desplazada no tiene acceso a sus documentos básicos, principalmente a los que son parte de la “vida normal” de cualquier persona, como los de propiedad, los escolares o los de identidad. Esto da lugar a que se enfrenten a restricciones para acceder a servicios básicos como educación y atención médica o para moverse libremente.

Ante el desafío que representa para muchos ser expulsado de su lugar de origen, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los RefugiadosFilippo Grandi, ha hecho un llamado a las autoridades nacionales y locales de los países donde los afectados por la violencia han tenido que irse de su hogar, “para incluirlos en los debates sobre planes de integración a largo plazo para que los gobiernos puedan tener en cuenta sus necesidades, perspectivas y expectativas”.