Magnífico destructor
Por José Guillermo P.H.
“Fueron magníficos destructores, pero nada de lo que crearon para sustituir lo destruido ha resultado indiscutiblemente mejor.”
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Estas fueron las palabras que utilizó Daniel Cosío Villegas en 1947 para describir a nuestros presidentes. Según recoge Enrique Krauze en su artículo “Magníficos destructores”, Cosío Villegas dividía a los personajes públicos en dos: los que construían y los que destruían, para los mandatarios mexicanos encontró entonces apropiado el calificativo de magníficos destructores.
Han pasado más de 70 años desde entonces, siete décadas; han pasado también siete meses desde que comenzó un nuevo proceso de destrucción a gran escala del sistema institucional en México, el objetivo es seguramente edificar algo nuevo y mejor, pero a más de medio año lo único que se alcanza a palpar es la destrucción.
Ya se ha hablado de lo ocurrido con el sector salud donde ha habido un desabasto de medicamentos a una escala mayor que nunca; a pesar de que la histórica ineficiencia de nuestro sistema de salud pública hacía difícil imaginar que podía ser peor, vimos que sí era posible.
En el sector energético se cancelan contratos para la producción de energías limpias como la eólica, se frena la llegada de gas natural por gasoductos que permitirían abaratar enormemente (como sucede en el resto del mundo) la producción de energía eléctrica. Esto con el pretexto del combate a la corrupción, pero por otro lado se impulsa la utilización del carbón para producir energía eléctrica y se hacen pedidos millonarios de dicho mineral gestionados por un Senador de la República que casualmente tiene minas de carbón.
También de manera casual, Manuel Bartlett, infame autor del fraude del 88 que dio la victoria a Carlos Salinas de Gortari, ahora como director de CFE, otorgó un contrato por 2,700 millones de pesos a una empresa presidida por Raúl Salinas de Gortari.
Pero quizás el ejemplo más visible de ese proceso destructivo está en lo que ocurre hoy con la Policía Federal. El presidente dijo que se trata de una institución que se “echó a perder” para justificar la manera tan denigrante y falta de respeto del trato que se está dando a los miembros de esta corporación, quienes osan reclamar el respeto a sus derechos laborales.
Se trata de mexicanos que han arriesgado sus vidas para cumplir con su deber. Claro que existe corrupción en la corporación, con destruirla por completo no va a lograr solucionar esa situación, pero sí tal vez, empeorar la situación a corto plazo, como ha ocurrido con el resto del andamiaje institucional que ha demolido.
Esos policías que el presidente califica de echados a perder, son los mismos que antepusieron su deber durante años para desmantelar numerosas organizaciones criminales. Fueron dos policías federales los que arriesgaron su integridad y la de sus familias para detener a El Chapo Guzmán y esperar que sus refuerzos llegaran antes que los del narcotraficante.
“Ustedes y los que están manifestándose aquí están por una razón, tal vez muchos digan que en el Ejército no los apoyamos pero yo tengo familia en la Policía Federal, realmente lo que está haciendo el presidente no está bien. A nosotros nos arrestan si hablamos mal de él. (…)
“Luchen y sean fuertes porque en esta guerra si no nos apoyamos entre nosotros nadie nos va a apoyar.”
Fue parte de lo que dijo un teniente de infantería a las familias de los policías federales de acuerdo con la revista Proceso; con estas palabras se deja ver el descontento que hay entre los propios integrantes de la recién formada Guardia Nacional, institución que intenta ser construida sobre los escombros de las fuerzas armadas y policiacas de México.
A siete meses de su llegada al poder, Andrés Manuel López Obrador deja claro que es un magnífico destructor, ojalá que pronto deje de destruir para comenzar a construir.