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Vacíos de estómago

Irene Escobedo López

Coneval acaba de publicar la tabla de la Evolución mensual del valor monetario de la línea de pobreza extrema por ingresos, y revela que, en el último mes, la canasta alimentaria costó 12.6 por ciento más a los habitantes de zonas urbanas y 13.2 por ciento más en zonas rurales. El incremento que es mayor en el área rural no significa que necesariamente en el campo se pague más por la canasta alimentaria.

Aunque tradicionalmente los más pobres han habitado en el campo, los resultados nos perjudican a todos. Durante el mes de julio una familia del medio rural pagó por la canasta alimentaria, un promedio de mil 500 pesos y en la ciudad se pagaron más de 2 mil.

La “evolución” es escandalosa si consideramos que hace cinco años se pagaban 900 pesos en el área rural por la alimentación básica y mil 300 en las ciudades. No hay un solo punto en la tabla de referencia que indique ni siquiera un pequeño retroceso en el costo de la vida desde el 2015 a la fecha.

El principal descalabro comenzó en 2019 con la pandemia y en el último mes dio un salto cuantitativo que abrió más que huecos a la economía, vacíos de estómago en la población. Estamos hablando de que, en 2022, más de la mitad de la población ve comprometida la calidad de lo que llega a su mesa y más de una cuarta parte de la población enfrenta ya, condiciones de inseguridad alimentaria, hacen una comida al día y en ocasiones menos.