Navegar / buscar

Unidad de los mexicanos

Por Jaime Santoyo Castro

 

El 22 de Octubre de 2018 escribí en este mismo espacio acerca de la caravana de transmigrantes que ingresaron al país con el fin llegar a los Estados Unidos. Advertí entonces que si no los deteníamos iba a multiplicarse el intento de muchos otros, corriendo el riesgo de que Estados Unidos cerrara la frontera. 

 

No sólo no los detuvimos; vinieron tantos más, que hoy tenemos cerca de cien mil inmigrantes de diversas nacionalidades en territorio nacional, con énfasis en nuestra frontera norte, lo que indudablemente ha provocado preocupación en algunos sectores de la población norteamericana, y le ha servido a Trump de pretexto para amenazarnos con establecer una tasa arancelaria del 5% a los productos mexicanos a partir del día 10 de junio e incrementarlos de 5 en 5%, con la posibilidad de cerrar la frontera y suspender el firma del Tratado de Libre Comercio. Lo que nos generaría un daño incalculable.

 

¡A nadie le gusta que lo amenacen! Y mucho menos que el vecino, más grande, fuerte y poderoso,  le diga lo que tiene qué hacer en el interior de su casa. ¡Eso molesta! ¡fastidia! ¡enoja! Pero… ¿y si tiene razón?. Antes de responder vamos a analizarlo, porque no es Trump el ofendido. ¡Es Estados Unidos!

 

A nadie le agrada tener un vecino que con frecuencia tenga visitas y éstas (las visitas), estén esperando la oportunidad de meterse a su casa, y eso es lo que está pasando. México no debe ser instrumento de los intereses de otros. 

 

Esta circunstancia es grave, y obliga a actuar con mesura, con inteligencia, con premura. No es cosa del Presidente Andrés Manuel, es cosa que atañe a todos los mexicanos.

 

El Senador Ricardo Monreal, tiene razón. Este es un desafío a la política exterior mexicana y debemos cerrar filas en torno al Presidente. En estos momentos se impone la prudencia. No se trata de envalentonarnos, que además ni nos queda.

 

Nuestros paisanos de este lado de la frontera también son afectados, porque no estaban preparados para ese incremento poblacional tan repentino, que les demanda más servicios, más empleos y más seguridad de lo que pueden ofrecer, y sin embargo, los han recibido bien, pero ya no pueden más. 

 

Nadie puede dar lo que no tiene. Pero nadie tiene derecho a poner en riesgo la vida y tranquilidad de los vecinos, ¡Pensemos por México, y actuemos por México! ¡Unidos!