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Triunfa el zacatecano Ángel Espinoza “Platerito” en el retorno de la Fiesta Brava a Jerez

Tarde de toros que complementaron el rejoneador colombiano Andrés Rozo y el diestro de Aguascalientes Gerardo Adame

El zacatecano Ángel Espinoza “Platerito” salió en hombros de la plaza de toros La Jerezana al cortar una oreja a su primer enemigo y dos más al que cerró plaza, en el retorno de la fiesta brava a Jerez, luego de la larga interrupción a consecuencia de la pandemia.

Los tres toreros hicieron su aparición por vez primera ante la afición local, para despachar un encierro de la ganadería zacatecana de Torrecilla; el rejoneador colombiano Andrés Rozo, el hidrocálido Gerardo Adame y el diestro de esta entidad, que finalmente se alzó con el triunfo en lo que, para él, representa su primera puerta grande en su corta carrera como matador de toros.

El caballista sudamericano estuvo acertado en los rejones y banderillas de su primer enemigo de nombre Jerezano, al que le hizo faena con sus educadas monturas, sin embargo, un bajonazo contrario hizo que el burel tardara en doblar y finalmente sólo consiguió dar la vuelta al ruedo; con el segundo, anunciado como Paisano, el toro acusó los efectos de tres rejones de castigo y perdió fuerza, que, esta vez, se vio acertado en el momento decisivo y logró que el juez lo premiara con una oreja.

El de Aguascalientes Gerardo Adame mostró lucimiento con Don Pepe, el primero de su lote al que desperdició con una estocada tendida y delantera de efecto muy retardado; el segundo llamado Rey, tampoco le favoreció mucho y visiblemente lastimado de una mano, terminó lidiando de pitón a pitón y finalmente se puso pesado con el acero.

“Platerito” mostró ambición torera desde el primer instante, con toreo capotero a Rondeño, prendió los tendidos, iniciando con una larga cambiada y una combinación de lances; consentidor con la afición, puso banderillas de manera vistosa y una faena de muleta, llevándose un puntazo a la hora de matar, para despachar al segundo viaje, pero el público que ya tenía en la bolsa pidió y el juez le concedió una oreja.

En su segundo de nombre Judas, nuevamente emocionó con el capote toreando a la verónica, otra vez respondió a la petición general de cubrir el segundo tercio y una variada faena de muleta; mató en el primer intento y a pesar de la deficiente colocación de la espada, fue suficiente para que doblara pronto el que cerró plaza y el juez concediera las dos orejas.