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Tocar madera

Por José Guillermo P.H.

La economía mexicana está en notoria desaceleración, eso no es ninguna novedad y ya ni el propio presidente de la república lo niega -con todo y que él siempre tiene otros datos y  durante meses dijo que la economía iba “requetebién”, hasta que ya no pudo más-, ahora simplemente dice que el crecimiento no es tan importante.

Hay numerosos factores externos que han afectado a la economía de nuestro país, como son las amenazas arancelarias por parte de Donald Trump, el Brexit o la guerra comercial entre EEUU y China; aunque ésta por un lado también podría terminar beneficiando a nuestro país, en algún momento se habló de la posibilidad de que Apple trasladara parte de sus operaciones de ensamble a México debido a dicha guerra comercial, según el diario Nikkei Asian Review.

Pero los motivos de mayor peso que han desacelerado a la economía son internos: por un lado hay poca confianza por parte de los inversionistas nacionales e internacionales, por más fotos que se toma el presidente con los empresarios, no puede desaparecer los temores de que los contratos no sean respetados como es el caso de los gasoductos que están terminados pero CFE no permite su utilización.

Con acciones como esta se pierde la oportunidad de oro -como tantas que se han desperdiciado en nuestro país a lo largo de las décadas- de convertirse en el gran destino para la inversión internacional al volverse China menos atractivo por la guerra comercial; sin embargo la inversión privada no se ha paralizado, hace pocos días DHL anunció una inversión histórica para nuestro país, lo mismo hizo Amazon al abrir un nuevo centro de distribución y algunas automotrices también anunciaron importantes inversiones.

Entonces la falta de confianza entre la inversión privada no es la mayor causa de la desaceleración -pero sí es una enorme oportunidad desperdiciada-, lo que detiene el crecimiento de nuestro país -y por ende el desarrollo- es la nula inversión pública, la inacción casi absoluta del Gobierno de México. Están casi detenidas y a cuentagotas las compras de medicamentos, la obra pública es casi inexistente y el presupuesto para gobiernos municipales y estatales está congelado. El gobierno federal no invierte ni deja invertir.

Esto tiene estrangulada a la economía, los 170 mil millones de pesos de subejercicio que mencionó el nuevo secretario de hacienda -luego de que el anterior secretario, Carlos Urzúa renunciara ante este panorama de inoperancia del que hablamos- son solo una muestra del estado en que se encuentran las finanzas públicas de todos los niveles de gobierno: en congelamiento e inutilizados.

Lo peor de todo es que muchos analistas coinciden en que se avecina una gran crisis internacional similar a la que se vivió en 2008, entonces México fue de los países menos afectados por la misma, hoy aún no llega esa crisis y nosotros ya estamos con crecimiento negativo un trimestre y uno insignificante al siguiente. ¿La respuesta del presidente de México? tocar madera.

“Toco madera, nosotros estamos bien y de buenas” fue la respuesta de Andres Manuel López Obrador ante la pregunta de un periodista sobre las acciones del Gobierno de México frente a una eventual crisis internacional.

Ya son casi 9 meses de este gobierno, es tiempo de que el presidente entienda que su función es tomar acciones por el bien del país, las buenas intenciones no ahuyentarán los problemas económicos cuando la economía global entre en recesión; hace 12 años México enfrentó la crisis con estrategias y con finanzas sanas, se incentivó la inversión privada con la inversión pública. Hoy necesitamos a un presidente que tome decisiones inteligentes basadas en información real, no en “otros datos”. 

Es urgente que se eche a andar la maquinara gubernamental en todos sus niveles antes de que la recesión internacional nos alcance en debilidad económica, se requiere de un importante impulso para sortear la tormenta que se avecina.