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SORDERAS

Antonio Sánchez González, médico

La pérdida de audición relacionada con la edad aparece muy lentamente, lo que dificulta que las personas sepan cuándo tomarla en serio. Dos buenas pistas para saber cuándo uno debe hacerse una prueba de la audición ocurren cuando los miembros de la familia o amigos cercanos dicen que debería hacerlo o cuando uno se da cuenta de que no sabe lo que dicen los demás.

Actualmente, uno de cada 10 mexicanos mayores de 12 años tiene pérdida auditiva, un problema que se vuelve cada vez más común y grave con la edad, y más de la mitad de las personas de 70 años y más del 80 por ciento de quienes están en sus 80 tienen una pérdida auditiva de moderada a severa.

La mala audición no solo es molesta e inconveniente para millones de personas, especialmente ancianos. También es un incontrovertible peligro para la salud, que amenaza la mente, la vida y las extremidades, y que podría significar a los sistemas de salud de cada país mucho más de lo que costaría comprar audífonos y servicios médicos para todos los ciudadanos afectados con pérdida auditiva.

Dos grandes estudios científicos han demostrado una clara asociación entre la pérdida auditiva no tratada y un mayor riesgo de demencia, depresión, caídas e incluso enfermedades cardiovasculares. En un número significativo de personas, esos estudios indican que la pérdida auditiva no corregida por sí misma parece ser la causa del problema de salud asociado. Esos datos sugieren que la pérdida de audición no tratada aumentó el riesgo de desarrollar demencia en un 50 por ciento y depresión en un 40 por ciento en solo cinco años en comparación con aquellos sin sordera. También está relacionada la pérdida de audición no tratada con más infartos del corazón, estrés, hospitalizaciones y reingresos hospitalarios y más visitas a una sala de emergencias.

En el caso de los ancianos que viven solos, esta repercusión en la salud aumenta los costos de atención médica en cerca del 50% durante un período de 10 años, en comparación con los costos incurridos por las personas sin pérdida de audición. Si bien la pérdida auditiva por si misma no es muy costosa, el efecto de la pérdida auditiva en todo lo demás es extraordinariamente cara.

Desafortunadamente, las personas tienden a esperar demasiado tiempo para que su audición sea examinada y tratada con audífonos, y cuanto más tiempo esperan, más difícil es tratar la pérdida auditiva. Incluso cuando las personas se hacen evaluaciones audiológicas y gastan sus pesos para comprar los audífonos necesarios, estos a menudo acaban en un cajón. Las personas se quejan de que la calidad del sonido es pobre, demasiado estática o molesta, y que los audífonos simplemente amplifican todo el sonido, lo que hace que sea difícil escuchar en un entorno ruidoso. No todos estos audífonos se crean igual, e incluso los más costosos pueden requerir múltiples ajustes, toma tiempo: comprar audífonos para sordera no es como comprar unos lentes para vista cansada.

Los nuevos estudios dan una sólida razón para tomar en serio la pérdida de audición y estamos obligados a tomarla en serio. Considérese, por ejemplo, la relación con la demencia. Las personas que no pueden escuchar bien a menudo se aíslan socialmente y se ven privadas de estímulos que mantienen el cerebro comprometido cognitivamente. A medida que disminuyen los estímulos de los órganos de los sentidos también lo hace la función cerebral cortical. También al cerebro le cuesta cuando se le obliga a usar demasiado de su capacidad para procesar sonidos. A pesar de lo que pueda pensarse, nuestros cerebros no están diseñados para realizar múltiples tareas simultáneas.