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Solos, muy solos se quedarán los muertos y cementerios de Zacatecas

La SSA determinó el cierre de panteones en todo el Estado del 28 de octubre al 4 de noviembre

Por primera vez desde la conquista, la celebración, como fiesta popular, se verá interrumpida en México

Por Irene Escobedo López

La convivencia con la muerte, ataviada de celebración, de fiesta popular, ha sido una de las tradiciones más arraigadas en México, que por ahora y hasta que las condiciones sanitarias del mundo alcancen una real normalidad se verán limitadas al único homenaje posible: las ofrendas y altares domésticos.

A través un oficio girado a los Alcaldes de todo el Estado de Zacatecas, La Secretaría de Salud lo confirmó. El escueto documento concluye que debido a la contingencia sanitaria “Los panteones permanecerán cerrados del 28 de octubre al 4 de noviembre”.

La petición va acompañada de varias medidas como: difusión de uso correcto de cubre bocas, respetar la sana distancia en todo tipo de establecimientos, y en el caso de la apertura de tianguis, dependerá de las decisiones de cada cabildo y siempre y cuando se haga respetar la sana distancia de 1.5 metros entre puesto y puesto.

Ante esta necesaria decisión, por primera vez desde la conquista, los panteones estarán desiertos y nuestros muertos se quedarán solos, pero no abandonados en medio de una celebración atípica que nos recordará más que nunca que la vida como todo lo que va con ella, es efímera.

Este 2020, para celebrar el Día de Muertos, regresaremos a lo elemental: altares domésticos, pan de muerto y veladoras que a decir de algunos historiadores, este tipo de ofrenda, junto con todos los elementos que lo componen tienen un inminente origen prehispánico, no así la celebración como la conocemos hasta nuestros días que tiene una marcada influencia española.

Tal como se ha celebrado en la actualidad, hasta antes de la pandemia, el Día de Muertos es una construcción histórica que fue ocurriendo con el paso del tiempo y que hoy por hoy tiene una reinterpretación moderna, lo confirma en un documento educativo de la ONU, la doctora en Estudios Mesoamericanos, historiadora y profesora del Colegio de Historia de la Universidad Nacional Autónoma de México, Noemí Cruz Cortés:

La investigadora explica que la tradición del Día de Muertos llega a México en el siglo XVI, con los conquistadores españoles, quienes practicaban un ritual de la Europa cristiana medieval que consistía en poner una mesa con flores y comida para alimentar a los que ya se habían ido.

La celebración del día de muertos tiene uno y mil rostros y está por develar uno nuevo. Han sido precisamente estas variantes las que han acrecentado su riqueza y proyección, es una fiesta popular que no tiene necesidad de agenda ni recordatorios. Los seres queridos siempre están en la memoria. Es también una tradición arraigada en un país multicolor, volcado en alegría en los panteones, donde puntualmente se celebró.

En el cementerio lo mismo se ha reído y se ha llorado entre muertos y fulgurantes flores, ahora convertidos en panteones solitarios, tumbas sin flores ni rezos, peregrinaciones ausentes. Será un homenaje desde la memoria, calaveritas de azúcar y papel picado, ofrenda en los altares, poesías de atardeceres…

Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.

Pablo Neruda

La muerte ha sido y será uno de los grandes temas de la literatura y el arte y así como Neruda en “Solo la muerte”, otros como Nezahualcóyotl hasta Sabines o como Giardinelli en su guion de “Qué solos se quedan los muertos”, 1976, o Bécquer cuando escribe también en sus rimas “Dios mío, que solos se quedan los muertos”, muchos poetas y artistas han hecho suya también la soledad de la muerte, el vacío inmenso de los cementerios.

El mismo vacío que ahora se apropia de la muerte de quien se va porque pierde la batalla ante el Covid o lo que sea y de quien por otro lado se queda y no sabe afrontar lo transitorio de una fiesta en la que de todas maneras se espera que esta vez también suceda, el retorno de las ánimas a la tierra.

Qué solos se quedarán los muertos, qué desiertos se verán los panteones, un tema que marcará una tradición que sin embargo debe dejar huella.

Y si bien la muerte por Covid es para muchos inexorable y para tantos ha significado el fin de un camino, la celebración del Día de Muertos será una tradición viva y vigente que cambiará y seguirá reinterpretándose, para adaptarse a las condiciones actuales. La de este año, no será una fiesta, pero será una celebración-homenaje a la memoria de quienes se fueron y a quienes amamos, reteniéndolos en nuestros corazones para no olvidarlos.