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¡Si vis pacem, para bellum!

Jaime Santoyo Castro

“Si quieres la Paz, prepara la Guerra”. Esta frase, popular en el mundo militar y de las armas, se encuentra inscrita en el Centro Cultural de los Ejércitos de Madrid y en el edificio principal de la Academia Militar de Zaragoza, ambos en España.

Pareciera un contrasentido, un absurdo, señalar que para conseguir la paz, hay que estar preparados para la guerra, puesto que la paz lo que postula es una conducta orientada a proteger la vida, la tranquilidad, la armonía y el respeto entre los individuos y entre los pueblos, en tanto que la guerra destruye todos estos valores.

En la biblia, la paz apunta a un bienestar total, a la armonía del grupo humano y de cada uno de los individuos de Dios, con el mundo material, con los grupos e individuos y consigo mismo, en la abundancia y en la certeza de la salud, de la riqueza, de la tranquilidad, del honor humano, de la bendición divina, en una palabra, de la vida.

La paz es el fruto de la justicia, e implica el destierro de la ley del más fuerte y ello se quebranta cuando los detentadores del poder ceden a la tentación de usarlo en beneficio de sus pasiones y ambiciones personales. 

Todas las religiones en el mundo; todos los partidos políticos y todas las organizaciones sociales, tienen consagrado entre sus postulados el objetivo de obtener la paz, pero si observamos cuidadosamente, las naciones poderosas, las que tienen los recursos suficientes para propiciar la riqueza, la salud, la prosperidad y la armonía, lo hacen donde quieren, cuando quieren y de la forma que les conviene, sometiendo la paz al cumplimiento de sus intereses y sus caprichos, bajo la amenaza de invadir, de socavar, de humillar, de perseguir y de matar.

La paz no existe en las conciencias o convicciones, sino en los intereses del más fuerte o del poderoso. ¡Esa es la razón de la guerra! Hoy lo vemos en la Guerra de Rusia contra Ucrania; los invadidos, lo son porque quieren hacer uso de su soberanía y tomar sus decisiones libremente; los invasores, porque no les conviene que sus vecinos le den entrada a sus enemigos.  Y a propósito de vecinos, ¡cuidado con Trump!