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Que no quede huella

Irene Escobedo López

Pese a todas las controversias en torno al tema, finalmente la Guardia Nacional está bajo la tutela de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Ha pasado a buenas manos y se irá sin los policías federales adscritos a la corporación. Nadie sabe aún qué funciones les esperan a los ex federales ni dónde las realizarán.

Se sabe hasta ahora que pasarán a ser parte de la Secretaría de Seguridad Ciudadana pero seguramente no se quedarán tranquilos, actual presidente del PRI está formada por varios expresidentes de ese partido y del grupo parlamentario en el Senado, que lidera Osorio Chong, archienemigo del señor Alito. Ese pleito no será un intercambio de algodones ni un pleito en el ágora griega.

La cosa será de arrabal, navajazo y lodazal. No es para menos. El líder de su partido ya le dijo al conjunto en el Senado que nunca se paran en una campaña, que Monreal es más oposición que ellos y cosas de esas. Es probable que la bancada senatorial priista, junto con algunos otros elementos priistas que ahorita no participan de la vida pública, forme la línea neoliberal de ese instituto político.

El señor Alito y el señor Moreira ya dijeron que ellos están con el pueblo y, por lo tanto, con López Obrador. No será fácil que quiten a estos dos individuos de sus cargos. Posiblemente se animen, más bien, a emprender una campaña en contra de sus compañeros rebeldes que, muchos de ellos, sirvieron en el gobierno anterior y tienen gran amistad con ciertos panistas.

Era lo que se conoció como el PRIAN, que al parecer ha llegado a su fin de esta manera. La rendición del señor Alito al presidente López Obrador no nos debiera llamar la atención. Lo que hizo fue de lo más priista que se puede ver: entregarse al Presidente.

Al priismo históricamente lo aglutina el poder, y los presidentes son los grandes detentores del poder. Para bien o para mal, los presidentes, tanto los panistas como AMLO, han necesitado del acercamiento, el apoyo, la negociación con el priismo, y éste ha ido, en ocasiones para salvar el cuello, en otras para recuperarse de la derrota y algunas más por puro oficio político.

Claro que las formas siempre contaron. Hay un abismo entre la manera de operar, de comportarse en público y en privado, de, por ejemplo, Manlio y Gamboa, que las del señor Alito y Rubén Moreira. Estos últimos son una genuina expresión cavernícola de la política, la versión troglodita de cualquier manual de negociación. No se puede hacer gran cosa por el PRI. Depende absolutamente de ellos, de lo que hagan y decidan para Coahuila y Edomex y respecto a su directiva –que, de entrada, ya les atrofió la alianza en esos estados–.

Es posible que el PRI tenga ya las horas contadas como un partido fuerte y de presencia nacional. Tenderá a diluirse, a desaparecer. Y les quedará ser oposición testimonial y llenar huecos de otros partidos. No es una lástima, no es una pena, es algo lógico en la vida de un partido que se inventó y reinventó en el poder y ahora ya no tiene a dónde ir. Suele suceder. por muchos años se les apapacho y se les consintió y les gusta que los mimen.

Cuando en Zacatecas entre 2016 y 2017 fueron asignados cientos de ellos para vigilar los corredores de Fresnillo-Calera-Zacatecas y Guadalupe el confort estaba a todo dar. Se les hospedo en hoteles de primera con servicios también de primera, pero también es cierto que en torno a sus lugares de pernocta se presentaron muy frecuentemente acontecimientos que salían de lo cotidiano como Fotografía: Cuartoscuro extorsiones, autos abandonados en condiciones extrañas y en los que se vio pasear a personal de la extinta federal.

Nunca hubo denuncias, todo quedo en extrañezas, pero entre otras evidencias, a punto estuvo una familia de ser plagiada en el propio hotel donde se hospedaban en la zona conurbada y no fue la única anomalía. Qué delincuente en su sano juicio va a querer armar una extorsión en donde duerme la federal.

Pero como siempre, con el desgastado ‘no pasa nada, no hay que hacer caso’, todo quedaba en el olvido y por supuesto que no pasaba nada. A nadie convenía que pasara ni autoridades ni a prestadores de servicios que por cierto hicieron grande patrimonio atendiendo policías. Que la Policía Federal no es santo de la devoción de AMLO es bien sabido y no descansará hasta que no quede la menor huella de los ex empleados de García Luna.