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PERSONAJE INOLVIDABLE. MANUELITO VALDEZ, TROVADOR INVIDENTE QUE VEÍA CON LOS OJOS DE LA INTELIGENCIA

José Muro González

En Jerez, durante una gran parte del siglo XX, Manuel Valdez Valdez (1901-1984), quien, a pesar de haber padecido ceguera completa, llegó a ser una figura enormemente popular, tanto por ser un muy destacado y admirado cantante y gran ejecutante de la guitarra, como por poseer una simpatía natural, ya que era muy dado a emitir ingeniosas ocurrencias que sus clientes y conocidos celebraban.

El pueblo tuvo tanto afecto por él que, de cariño, lo llamó simplemente “Don Manuelito”. En su natal Estancia de los Berumen, en el municipio de Tepetongo, cuando Manuelito contaba con apenas tres años, fue atacado por la temible viruela negra, que le afectó la córnea de los ojos, lo que, eventualmente y desgraciadamente, le hizo perder la vista por completo.

De ahí en adelante, Manuelito se vio obligado a enfrentar la vida aun careciendo del esencial sentido de la vista, habiendo tenido, forma tan decidida, e inclusive ágil, con la que él deambulaba por las calles del centro, bajando y subiendo las aceras, cruzando el arroyo de las calles, sin la menor dificultad, armado de un palo, utilizado a manera de bastón, portando un sombrero de paja y con la guitarra colgando en su espalda, saludando a los transeúntes y llamándoles por su nombre a algunos de ellos.

Los lugares donde Don Manuelito, preferente y naturalmente, ejercía su profesión de músico y cantante eran las aproximadamente diez cantinas que existían entonces en Jerez, donde había una demanda, por parte de los parroquianos, de sus apreciadas interpretaciones.

En 1931 Don Manuelito contrajo matrimonio con Catalina Ortiz Saucedo, con quien procreó siete hijos, tres de los cuales heredaron de su padre el talento y la afición por la música, que los han hecho brillar en ese campo. El afán de Don Manuelito por seguir superándose lo llevó a aprender no solo el método Braille de lectura y escritura, sino incluso a utilizar la máquina de escribir mecánica para registrar sus pensamientos y temas de composición.

En vida, Don Manuelito recibió muy variados homenajes y distinciones, algunos a nivel nacional, como por ejemplo la grabación de varios corridos interpretados por él y que son además, la desdicha de perder tempranamente a sus padres, por lo cual unos tíos se hicieron cargo de él, fungiendo como padres adoptivos.

Huyendo de la inseguridad causada por el movimiento revolucionario de 1910, la familia se trasladó a Ciudad Juárez, pero en 1920, se asentó definitivamente en Jerez, donde Manuel, desde joven, comenzó a aprender a tocar la guitarra, y gracias, tanto a su empeño, como al excepcional oído musical con el que la naturaleza lo había dotado, pronto pudo dominar ese instrumento.

Al mismo tiempo aprendió canto, arte vocal con el cual, Don Manuelito, dotado de una sonora y melodiosa voz, pudo complementar exitosamente sus actuaciones como acreditado trovador. Ello, además de que, debido a su prodigiosa memoria, logró disponer de un amplísimo repertorio, (según el propio Manuelito, él podía recordar la letra de más de cuatrocientos corridos y canciones, así como de muchos tangos).

También Don Manuelito incursionó en el campo de la composición de canciones y algunos conocedores dignos de crédito afirman que la sonada melodía “Te vas Ángel Mío” fue de su autoría. Gran parte de la admiración que los habitantes de Jerez sentían por Don Manuelito, y que incluso generaba asombro entre ellos, era el presenciar la conservados en el Museo Nacional de Antropología e Historia. Tras de su fallecimiento, fue sentidamente homenajeado e incluso algunos poemas fueron escritos en su honor. Sus restos reposan en una tumba del Panteón “El Calvario”.

Una de las facetas relevantes que caracterizaron la personalidad de Don Manuelito, que lo hacían, ante los demás, agradable y ocurrente, fue su humor e incluso el sarcasmo con el que expresaba su condición de invidente.

En forma chusca y hasta burlona utilizaba algunas expresiones compuestas con el verbo “ver”, que era justamente el sentido del que él carecía. Al despedirse de una reunión, solía decir, con énfasis, “Ahí nos vemos”. En algunas ocasiones, realizando su trabajo de intérprete en las cantinas, iba acompañado por otro músico ciego, al que todos llamaban “El Ciego Ramón”, quien se resignaba a recibir los regaños de Don Manuelito cuando el primero se equivocaba de calle. Don Manuelito le decía: “¿Pos’qué no ve por dónde anda?” y Ramoncito le replicaba: “¡Pos’cómo voy a ver!”. A lo que Don Manuelito contestaba: “Pos’ con los ojos de la inteligencia, porque si no, está más ciego que yo.” En la gráfica, óleo de la pintora Marta Muro.