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Periodismo, delicado ejercicio

Que el periodismo es un riesgo lo sabemos sobradamente. El periodista, con su trabajo diario de informador, puede hacernos presente la noticia, manipularla, deformarla; transformar lo insignificante en trascendental y lo importante, obscurecerlo o aminorarlo. No sin motivo se le llama a la prensa el “cuarto poder”, y han sido periodistas los que han puesto de relieve asuntos tan complejos de efectos tan radicales: quienes han desvelado los misterios de mil enredos políticos, sociales, económicos y hasta religiosos. Unas veces forman la opinión y otras veces la deforman, todo hay que decirlo, sobre todo porque en el medio con el que trabajan es un bombardeo cotidiano sobre centenares de miles de personas hambrientas de novedad que las saque de la rutina de la cotidiano o deseosos de conocer los secretos más íntimos del mundo en que todos vivimos inmersos. Cabe aquí recordar como sobre toda noticia al público gravita una ética que debe llevar a la honestidad: que respete la verdad, la justicia y los derechos que toda persona posee a la privacidad e intimidad de su vida.