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Novedad de la Patria

Amparo Berumen

Mi visión de la patria ha sido aquella que retrata a los pobladores más aislados, a los más olvidados. Como en un espejo múltiple se reflejan aquí nuestras ocupaciones, credos, goces, tristezas.

Es en estos ámbitos donde puede verse con más fidelidad el rostro de la patria, porque no son expresiones novedosas que obedecen a la fantasía o a lo que está de moda, sino a una fuerte carga emocional.

Aquí se cultivan, desde la raíz, nuestros más viejos hábitos con sus signos esencialmente subjetivos. ¿Quién no quiere regresar al origen de las cosas con sus instrumentos y sus fines? Arraigo que no es aplazamiento sino hondo afán de atesorar, contra todas las transformaciones, lo intrínseco nuestro. Mi visión de la patria es hacia dentro.

Es el silencio de los indios nuestros hermanos y los otros silencios. Es echar en falta los lugares que no conozco y las cosas que no he hecho. Son los murales de Diego Rivera y es el maíz y El Laberinto de la Soledad de Octavio Paz. Son Las Mañanitas y las danzas a la virgen de Guadalupe, y en las calles los puestos de banderas tricolores. Son las canastas con flor de dalia, los huacales rebosantes en el mercado, el huazontle y el cuitlacoche.

Es la casa velardeana que huele a intimidad de mi infancia y de mi pertenencia. Son los barrios, los campanarios, las casas con sus fotografías, las calles en que se vacía el santo olor de la panadería…

Estos días de nosotros nos obligan a los mexicanos a conocer más nuestra historia y sus personajes. No olvidemos que LENGUA y CULTURA son los grandes unificadores. México tiene una tradición ancestral y nosotros estamos llamados a fortalecer, con un sentido emulativo, estos principios regidos por la magia y el poder de lo oculto. Principios que ensalzan a Quetzlcoatl el benéfico, el descubridor de la agricultura.

Principios que celebran el día y la noche y los cuatro elementos que hacen posible la vida…

¿Qué hechos de nuestra historia originaron el Movimiento de Independencia? ¿Qué hechos, la Revolución Mexicana?

Es urgente hacer una reflexión nacional y dirigir la mirada hacia lo que viene, hacia lo que podemos construir, reconstruir. Nuestra historia pesa mucho, no se sujeta a una fecha o a un gran suceso, mas es tan pobre a veces el conocimiento que tenemos de ella…

Hoy estamos celebrando los mexicanos a nuestra Suave Patria. La celebramos en las voces de nuestros abuelos, de nuestros padres, de nuestros jóvenes y niños. La celebramos en estos tiempos adversos en que la CONTRADICCIÓN coexiste con muchas cosas. La celebramos en medio de la pesadumbre que aqueja a las comunidades indígenas.

La celebramos porque pese a todo prevalece en nosotros el deseo de mantener un sentido de belleza, de conciencia, de justicia en lo que somos. Y esto no es una cuestión de vocabulario. Es una cuestión de denuncia. De Ramón López Velarde, leamos estos fragmentos de su Novedad de la Patria: “El descanso material del país, en treinta años de paz, coadyuvó a la idea de una patria pomposa, multimillonaria, honorable en el presente y epopéyica en el pasado.

Han sido precisos los años de sufrimiento para concebir una patria menos externa, más modesta y probablemente más preciosa (…) La hemos descubierto a través de sensaciones y reflexiones diarias, sin tregua, como la oración continua inventada por San Silvino.

La miramos hecha para la vida de cada uno. Individual, sensual, resignada, llena de gestos, inmune a la afrenta, así la cubran de sal. Casi la confundimos con la tierra. (…) “De ella habíamos salido por inconsciencia, en viajes periféricos sin otro sentido, casi, que el del dinero. Hijos pródigos de una patria que ni siquiera sabemos definir, empezamos a observarla. Castellana y morisca, rayada de azteca, una vez que raspamos de su cuerpo las pinturas de olla de sindicato, ofrece –digámoslo con una de esas locuciones pícaras de la vida airada– el café con leche de su piel (…)

¡Literatura! –exclamará alguno de los que no comprenden la función real de las palabras, ni sospechan el sistema arterial del vocabulario. Pero poseemos, en verdad, una patria de naturaleza culminante y de espíritu intermedio, tripartito, en el cual se encierran todos los sabores… “En las pruebas de canto, los jurados charlan, indiferentes a las gargantas vulgares. Hasta que una alumna los avasalla.

Es el momento arcano de la dominación femenina por la voz. Así ha sonado, desde el Centenario, la voz de la nacionalidad. Hay muchos desatentos. Gente sin amor, fastidiada, con prisa de retirar el mantel, de poner las sillas sobre la mesa, de irse. “Tampoco escasean los amantes, fieles en cada rompe y rasga, calaveras de las siete noches de la semana, prontos a aplaudir las contradicciones mismas, diseminados por el territorio, que se resumen en la vasta contradicción de la capital.

En este tema, al igual que en todos, sólo por la corazonada nos aproximamos al acierto. ¿Cómo interpretar, a sangre fría, nuestra urbanidad genuina, melosa, sirviendo de fondo a la violencia, y encima las germinaciones actuales, azarosas al modo de semillas de azotea? “Un futuro se agita en la placidez diocesana de nuestros hábitos (…) Bebiendo la atmósfera de su propio enigma, la nueva patria no cesa de solicitarnos con su voz ronca, pectoral.

El descuido y la ira, los dos enemigos del amor, nada pueden ni intentan contra la pródiga. Únicamente quiere entusiasmo. Admite de comensales a los sinceros, con un solo grado de sinceridad. En los modales con que llena nuestra copa, no varía tanto que parezca descastada, ni tan poco fatigue; siempre estamos con ella en los preliminares, a cualquiera hora oficial o astronómica. No cometamos la atrocidad de poner las sillas sobre la mesa”