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¿Neutralidad de los medios de comunicación?

 Por José Guillermo P.H.

 

Hoy las personas tienen acceso a una enorme cantidad de información, las redes sociales permiten que la opinión de un ciudadano común pueda ser leída por miles, opiniones que antes se quedaban en la barra de un bar o en la mesa de un café hoy tienen el potencial de encontrar a un ejército de personas que piensan lo mismo sin importar que esos pensamientos estén sustentados en un razonamiento lógico, en hechos o simplemente en sentimientos -o resentimientos-.

 

Ante esta realidad uno podría pensar que el papel de los medios de comunicación habría cambiado enormemente, sin embargo su propósito se mantiene intacto. Joseph Pulitzer creía que los periódicos eran instituciones públicas con el deber de mejorar la sociedad; con la proliferación de noticias falsas impulsadas principalmente en las redes sociales, los medios de comunicación tienen el deber de defender y difundir la verdad.

 

De acuerdo con el Reuters Institute Digital News Report, cuyo uno de sus objetivos era conocer el porcentaje de personas expuestas a noticias falsas en el transcurso de una semana, México se colocó en el cuarto lugar (el primer lugar es Turquía) con un 43% de exposición. Estados Unidos está en el lugar 12 con un 31%, mientras que Alemania es el país con menor exposición a noticias falsas, con un 9%.

 

De ahí que el compromiso con la verdad por parte de los medios de comunicación sea tan importante como en 1883, año en que Pulitzer compró el New York World -quien después caería en un espiral de sensacionalismo en su competencia con William Randolph Hearst, dando origen a lo que hoy se conoce como “amarillismo”, mismo del que se apartaría años más tarde tras reconocer sus “pecados amarillos”-; en aquella época el problema era la falta de información, hoy el problema es el exceso de información y la dificultad inherente para discernir entre lo que es verdad y lo que no lo es.

 

En México, luego de décadas de vivir en un régimen autoritario en el que los medios de comunicación se encontraban a merced del gobierno, se fue generando la idea de que lo mejor que se podía hacer era ser neutral. Claro que en ese tiempo la “neutralidad” era un gran paso frente a la sumisión al régimen en el poder, pero en pleno siglo XXI esa neutralidad no es más que una excusa para no asumir un verdadero compromiso con la verdad que se espera en cualquier democracia más o menos desarrollada.

 

Muchos aún confunden la línea editorial -que son los valores, criterios y creencias que guían a un medio de comunicación que pueden ser afines o no a ciertas ideologías políticas y económicas- con el actuar de algunos pseudo medios mercenarios del interés político y económico -principales difusores de las noticias falsas- la múltiplemente galardonada periodista Christiane Amanpour dijo al respecto “yo insisto en ser veraz, no neutral”, un periodista no debe permanecer indiferente ante la falsedad. Viendo en retrospectiva, ¿habría sido correcto permanecer neutral ante el discurso de odio difundido por el partido Nazi en 1933?.

 

Se debe asumir el compromiso con la verdad y a cumplir con esa función última de los medios de comunicación: aportar al mejoramiento de la sociedad. La neutralidad en el México de hoy no es más que cobardía que neutraliza a la libertad de expresión y crea un ambiente en el que la mentira prolifera.