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Nahui Olin: el umbral de la palabra

Priscila Sarahí Sánchez Leal

La década de los años veinte fue el escenario en el que Carmen Mondragón Valseca (1893-1978), mejor conocida como Nahui Olin, desplegó sus habilidades artísticas en un México posrevolucionario, y se arriesgó a vivir de acuerdo a sus propios paradigmas.

A pesar de nacer en una familia conservadora y porfiriana, Carmen Mondragón buscó la forma de liberarse de las convenciones sociales de la época, restrictivas aún más para las mujeres, encontrando en el arte el dinamismo que buscaba.

En sus poemarios pone en movimiento todo un universo de lo femenino, pero también oscila entre temas diversos, como el cuerpo, el arte, el universo, la ciencia, el misticismo, lo infinito, la renovación constante y, por supuesto, aspectos sociales.

En Óptica cerebral. Poemas dinámicos, publIcado en 1922, año decisivo para los movimientos de vanguardia artística, aparece el poema “Bajo la mortaja de nieve duerme la Iztatzihuatl en su inercia de muerte”, en el que evidencia el silencio al que histórica y culturalmente han sido sometidas las mujeres.

“Bajo la mortaja de leyes humanas, duerme la masa mundial de mujeres, en silencio eterno, en inercia de muerte”, escribe Nahui Olin, recreando la tradicional leyenda prehispánica de Popocatépetl e Iztaccíhuatl, los amantes tlaxcaltecas que mueren de tristeza y en cuyos cuerpos se erigen dos enormes volcanes.

A manera de contrapunto, en la segunda parte del poema expresa que estas voces femeninas aparentemente duermen y, en esta especie de letargo, sus fuerzas se suman con la posibilidad de que resurjan más firmes, más lúcidas, más rbeldes.

La vida y obra de Nahui Olin estuvieron vinculadas a movimientos como el estridentismo, sin embargo, logró forjar una estética propia, transgresora en todo momento, convirtiéndose en una de las voces femeninas de mayor impacto, en un periodo de efervescencia social, política y cultural.

De manera literal y metafórica, se quitó el corsét y se asumió como una mujer libre y como una artista de espíritu apasionado, sensible y subversivo, atributos que logran atisbarse tanto en sus obras pictóricas como en su escritura. Sin lugar a dudas, hizo de su vida un escándalo que se decantó en una inteligente y sensible obra poética y pictórica, tan reveladora para las mujeres, a quienes incita a despertar y traspasar el umbral del silencio impuesto.