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Memoria y costo

Antonio Sánchez González, médico

La atención médica en los últimos cinco años de vida cuesta mucho más para los pacientes con demencia que para los que mueren de enfermedades cardíacas, cáncer u otras causas, según muestra el análisis de los datos de los sistemas sanitarios de varios países. Además de que su atención médica es más costosa, el resto de los gastos generales (alimentos, transporte, aseo personal, etc.) que es necesario hacer en las familias con pacientes con demencia es un 81% más alto que para personas con otras enfermedades.

Esta carga financiera es desproporcionadamente alta cuando los pacientes pertenecen a minorías raciales, tienen menos que educación secundaria o son mujeres viudas o solteras.

Utilizando datos de cientos de expedientes de pacientes de 70 años o más que murieron entre 2005 y 2010 y que fueron atendidos por los sistemas médicos de países occidentales, se puede estimar que el costo promedio de la atención de las personas con demencia por enfermedad de Alzheimer y otras causas en los últimos cinco años de vida fue del equivalente de unos 2,870,00 pesos, en comparación con 175,136 para aquellos que murieron de una enfermedad cardíaca o 173,383 para aquellos que murieron de cáncer.

Una de las razones de la discrepancia es el hecho de que los pacientes con demencia a menudo requieren atención durante muchos años y gran parte de esa atención que necesitan no está cubierta por los sistemas de salud gubernamentales o es proporcionada por los estados. La mayoría de estos sistemas sanitarios no cubren los gastos como los servicios de atención domiciliaria, los derivados de la alimentación especial, el aseo personal de los dementes o la rehabilitación, por lo que las familias tienen que pagarlas de su bolsillo o proporcionar la atención por sí mismas, lo que resulta en la pérdida de salarios.

Con una enfermedad grave como el cáncer la atención puede ser costosa, pero puede estar más concentrada en el último año o dos de la vida, y también es más probable que la atención del cáncer o la enfermedad cardiovascular sea brindada por profesionales de la salud y cubierta por un seguro, mientras que el cuidado de la demencia a menudo es proporcionado por miembros de la familia con recursos salidos de sus bolsillos.

Si bien las familias en el extremo inferior del espectro socioeconómico pueden gastar una cantidad absoluta más baja en costos salidos de su bolsillo, lo compensan al proporcionar más horas de atención no pagada, lo que pone en peligro su perspectiva financiera.

El pertenecer a una minoría racial desempeña un papel dramático en la cantidad que se paga de su bolsillo como proporción de la riqueza. Por ejemplo, para los pacientes con demencia de etnias indígenas o de raza negra, el gasto medio por la atención de un familiar con demencia representó el 83.6 por ciento de su riqueza familiar, en comparación con el 31.8 por ciento de los pacientes con demencia pertenecientes a otros grupos de la población. La carga financiera también es abrumadora para las mujeres solteras con demencia, cuyo gasto fue del 58.2 por ciento de su riqueza, en comparación con 7.4 entre las mujeres casadas.

Los expertos han advertido de una inminente crisis de cuidadores, ya que las familias no pueden satisfacer las crecientes demandas de una población envejecida dentro de familias cada vez más pequeñas. La enfermedad de Alzheimer, la forma más común de demencia afecta actualmente a más del 1% de la población total. A medida que más personas viven más años, se espera que la incidencia de la demencia y los costos relacionados aumenten en consecuencia.

México y Zacatecas no tienen previsto cómo enfrentar el que los ancianos, con demencia o no, reciban la atención que merecen. Le estamos dejando esa carga financiera a los mismos pacientes y sus familias.