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Mauro Estrada Espinosa, destacado maestro jerezano, brillante eslabón en la cadena de generaciones de músicos que son honra y orgullo de Jerez

José Muro González

En la foto, pintura al óleo de La Típica, obra de la pintora Marta Muro, en la que aparece el Maestro Mauro Estrada Espinosa (segundo de izquierda a derecha). Entre las diversas artes que se cultivan en Jerez, pareciera ser que la música es la que más ha calado en el gusto y la afición de los jerezanos, por lo que no resulta extraña la cantidad considerable de destacados músicos originarios de esta ciudad cuyas interpretaciones musicales han merecido el beneplácito y aplauso de los aficionados locales y de otras latitudes, debido a lo cual estos artistas han sido justamente homenajeados por sus logros musicales meritoriamente alcanzados.

En esta ocasión nos ocupamos de Mauro Estrada Espinosa, notable violinista que brilló enormemente y que fue parte de grupos musicales de Jerez, cuya fama todavía perdura. Mauro Estrada Espinosa, quien nació en la Calle de las Tres Cruces el 27 de mayo de 1920, fue hijo de Francisco Estrada Bañuelos y de María Santos Espinosa.

Comenzó a estudiar la Primaria en la recientemente creada, para entonces, Escuela Tipo, pero, en agosto de 1927, cuando el pequeño Mauro tenía la edad de siete años, junto con su familia, se fueron a vivir a Los Ángeles, California. En esa ciudad, y guiado por sus hermanos y amigos, el niño Mauro comenzó a estudiar guitarra y fue tanto su aprovechamiento en sus clases de ese instrumento, que sus padres optaron por pagarle clases particulares.

En el Este de Los Ángeles, siendo todavía niño, Mauro se unió a un grupo musical de guitarra llamado “Alma Latina”, formado principalmente por señoritas que tocaban, con gran aceptación, en las misas de algunas iglesias católicas de esa área. Otra experiencia que contribuyó a la formación musical de Mauro durante su paso por el Este de Los Ángeles, tiene que ver con el hecho de haber formado, él y otro pequeño amigo, un dúo musical muy original que tocaba en las calles de la ciudad.

Con el acompañamiento de la guitarra a cargo de Mauro, el otro amigo tocaba un “instrumento” musical ideado por ambos, consistente en una serie de botellas colgadas en línea de un lazo, llenas de agua a diferentes niveles, que, al tocarlas con un pequeño martillo, producían, a manera de una especie de marimba, las notas musicales.

Con estos dos instrumentos los pequeños músicos tocaban melodías que emocionaban a los paisanos, como la Marcha Zacatecas, Jesusita en Chihuahua, y otras, con lo que obtenían generosas propinas que los transeúntes depositaban en una charolita. Sin embargo, la familia Estrada Espinosa regresó a Jerez en 1933, cuando Mauro tenía 13 años de edad y aquí aprendió los oficios de carpintería y ebanistería para ganarse la vida, aunque alternaba la práctica de estos trabajos con su afición por la música, ya que tocaba guitarra y violín, así fuera esporádicamente, en los diversos conjuntos musicales a los que perteneció.

En 1950, Mauro contrajo matrimonio con Paula Castro Ruiz y procrearon ocho hijos. Al hacerse una revisión de las diversas generaciones de músicos que se han desarrollado en Jerez, se puede determinar una especie de sucesión de conocimientos musicales que se han heredado de una generación a la siguiente, a través ya sea de la enseñanza musical o de la pertenencia a un mismo grupo musical.

Así tenemos que el Maestro Mauro Estrada Espinosa abrevó de los conocimientos y prácticas musicales de otros músicos que lo precedieron, tales como Don Ventura García, que tocaba instrumentos de cuerda y clarinete.

De igual forma, Don Mauro conoció en 1945, y aprendió de él, a José Gómez, autor de la estupenda pieza musical “Marcha Jerez”, cuya interpretación sigue siendo de gran aceptación por parte de los jerezanos. En suma, la instrucción de Mauro fue adquirida de algunos de los primeros y mejores maestros de la historia musical de Jerez. A su vez, Mauro trasmitió a las nuevas generaciones sus conocimientos y prácticas musicales. Tuvo un gran número de alumnos a los que les enseñó solfeo. También asesoró, dirigió y preparó estudiantinas y rondallas, entre las primeras, a las del Colegio Daniel Márquez Medina. Estuvo siempre dispuesto a hacer alguna crítica constructiva o consejo a agrupaciones de jóvenes músicos. Es por lo anterior, que el Maestro Mauro, al final de su vida, se hizo acreedor de merecidos homenajes y reconocimientos, por parte de diversas instituciones jerezanas.

El periódico semanal Diálogo Jerez, el 17 de julio de 1997 lo homenajeó por “su aportación a las tradiciones musicales y su empeño por conservarlas”, mientras que el Ayuntamiento de Jerez, el 5 de agosto de 1998, en un evento importante en el Teatro Hinojosa lo declaró “Jerezano Distinguido.