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Luto en Zacatecas, fallece el pintor Juan Manuel de la Rosa

Irene Escobedo López

Su vida fue plena y bella, con auténticas exhalaciones artísticas hasta el último momento”.

“Esto es como si la moneda hubiera caído equivocada y me condenara a un viaje perpetuo, y si no perpetuo, mientras dure el destino físico”, Juan Manuel de la Rosa.

Dolor y pena embargan a Zacatecas, el artista Juan Manuel de la Rosa uno de los más prolijos, extensos, talentosos y difusos de nuestro país, emprendió el viaje de regreso. Poeta de la imagen y la pintura, incansable promotor del arte, destacado como pintor, grabador, ceramista, maestro del papel hecho a mano.

Juan Manuel de la Rosa nació en Sierra Hermosa, Villa de Cos (1945). Fue un niño que desde siempre conoció su destino, el único que para su geografía podía ser posible: pintor o migrante. Acabo siendo un migrante eterno y maestro excepcional de las artes: “Esto es como si la moneda hubiera caído equivocada y me condenara a un viaje perpetuo, y si no perpetuo, mientras dure el destino físico”.

El artista, supo guiarse siempre por la intuición. Con impulso natural tuvo como primer lienzo los muros del que fue su hogar, en aquel caserío de su pequeño poblado de apenas 300 habitantes y que vuelve a ser enfocado en el mapa, tras la partida del artista.

Su hogar familiar, aún conserva en los muros devastados, los trazos que diseño con el carbón de la chimenea “y mi madre nunca me reprimió; todo lo contrario, a mis hermanos les decía respeten esto”.

De su madre, incipiente pintura y después ama de casa, heredo la vocación “Ella fue quién me heredó la vocación y quien propició que yo siguiera pintando, pues, como dice Jorge Luis Borges, ‘no puedes evadir el destino de tu estirpe, estás condenado a seguir la vocación de tus ancestros’”.

De la Rosa siempre se mantuvo cercano a sus raíces. En Sierra Hermosa instauro un circulo de lectura y una biblioteca. Considero importante acercar a la gente a la lectura, a los niños a las letras y a los libros para encauzar mejores horizontes.

A los 17 años Juan Manuel de la Rosa estudió en el Taller de Artes de la Universidad de Nuevo León. En los años 1962 a 1963 se traslada a la Ciudad de México para continuar sus estudios en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

A fines de la década de los sesenta (1969), se trasladó a la zona del bajío para estudiar en la Universidad de Guanajuato. Por la Universidad de Nuevo León ganó una beca para estudiar en el Atelier Clot, el Bramsen, la Ecole des Beaux Arts de París y el taller Dimitri Papaguerguiu en Madrid.

Las páginas culturales del mundo, hoy lamentan su muerte y lo han definido de mil y una formas, con un estilo que difiere del común denominador de los artistas.

Desde muchos rincones del planeta surge también la solidaridad hacia la comunidad artística nacional, ante esta lamentable pérdida. En México y Zacatecas, las condolencias por el fallecimiento del artista se publican en continuación.  El duelo es generalizado.

Los mensajes de pésame, complementan en su descripción, la valía del artista:

Excepcional pintor, poeta y escultor, destacado artista plástico, hombre altruista a más no poder, promotor de la pintura con un inmenso amor por su tierra, referente del arte mexicano, fundador del taller de grabado del Museo José Guadalupe Posada, famoso por grandes obras hechas a mano, zacatecano de origen, regio por formación y universal por la valía de su obra, gran artista que siempre llevo el amor a su tierra y al desierto donde nació, poeta del pincel, del papel, de la tinta.

En 2002, durante la presentación de la exposición Verduras Barichara, la escritora y ensayista Silvia Molina se refirió a Juan Manuel de la Rosa como «un artista delicado y elegante, que lo hace único, un artista que ha venido a hacernos creer que el proceso de trabajo es sencillo porque ha sido simplificado, o, mejor dicho, para depurar su técnica, para entregar un trabajo fuerte transmite serenidad, aplomo atacando con sus demonios internos”.

Humildad y sencillez fueron cualidades que acompañaron siempre la vida del artista del desierto. Solía presentarse así, sin ostentación, sin resaltar sus innumerables e inmensas cualidades: “Soy Juan Manuel de la Rosa, soy pintor zacatecano”.

Su vida se apagó la madrugada del jueves 15 de Julio, sus hijos confirmaban la noticia con una esquela en redes sociales: “En la madrugada del 15 de julio, nuestro padre falleció. Su vida fue plena y bella, con auténticas exhalaciones artísticas hasta el último momento”.

En los meses precedentes a su muerte, Juan Manuel de la Rosa monto la exposición “Diáspora Personal, inmigración y desplazamientos”, un homenaje a los que se van, porque no tienen opción, porque no hay otro destino. Su trayectoria, contempla exposiciones individuales y colectivas en diversos países del mundo.

Un artista en confinamiento

Con la llegada de la Pandemia, Juan Manuel de la Rosa encontró una oportunidad para crear, pero crear en grande. Así lo describió el pintor, quien participó junto con 14 artistas del mundo en el libro “Creadores en aislamiento”:

Es mi quinto día de confinamiento y me siento como un monje. Lamento por la gente que está saliendo a jugarse la vida. En mi caso está siendo muy positivo (el confinamiento). Nunca con este pobre destino de pintor había tenido tanta producción. No salgo ni a la reja del conjunto. Hablaba con mi hijo le decía porque te quejas del confinamiento, los artistas siempre han sido confinados.

Durante los meses sucesivos estaría enfocado a su trabajo: “Lo ideal para un pintor, un escultor es trabajar en silencio ahí adquiere la vida otro sentido. Nunca había tenido tantos papeles acumulados ya pintados, telas grandes, bastidores grandes, que muchas circunstancias influyen para no llevarlo a uno con disciplina a soportar el silencio”.

Zacatecas y el mundo lamentan su partida, el viaje terrestre del migrante terminó. Queda su obra, su recuerdo, su añoranza, la nostalgia, Sierra Hermosa y la realidad que entretejió para los que le suceden. Descanse en Paz Juan Manuel de la Rosa.