“Hay quienes algún día hubiéramos dado hasta la vida por él… y quién diría que el más alto mando resultaría ser nuestro propio enemigo”, frase de un soldado (desconocido).

Por Irene Escobedo

Hay asuntos que están cayendo por su propio peso. Los cargos que se le imputan al ex Secretario de la Defensa Nacional para su detención son muy delicados, pero qué necesidad de esperar a que Estados Unidos actuara cuando al interior de los cuarteles, batallones, regimientos, compañías, el río siempre sonó y muy fuerte. Un soldado podía ir a prisión hasta por tener un celular en horas de trabajo “podría estarle dando avisos a la mafia”. Pero a todo santo se le llega su hora y detrás del dedo que señala hay ahora cuatro estrellas, las del aún General de División Salvador Cienfuegos Zepeda. Qué cara se le dará a la tropa a la que se le exigió lealtad, a la que no ameritó un salario digno porque “se lo gastan en vicios”, a la que se le pedía recitar en el pase de lista “transparencia y rendición de cuentas”, a la que se le pidió creer ciegamente en los beneficios de la Reforma Energética y salir a convencer a otros de que el Comandante Supremo tenía buenas intenciones. Cienfuegos no creía en sus soldados y ellos respondieron con Lealtad pero también con Honor. Mucha gente fue denigrada. En las instalaciones militares la ética militar era dictada también por los discursos de Cienfuegos. Sus “frases célebres” se escribieron a lo largo y ancho de los muros para que no se olvidaran que el comportamiento ejemplar tenía que ser adentro y afuera, “para orgullo de la nación y de nuestras familias”. El de la mala memoria resultó ser el propio ex Secretario. Olvidó que la DISCIPLINA tiene como base un alto concepto del honor, que el HONOR permite el decoro y la reputación del soldado y su familia. Que ABNEGACIÓN es anteponer el servicio a los intereses particulares y que la HONRADEZ es actuar siempre con integridad. Ni cómo exigirle ahora a los reclutas que ésto va de memoria, sí o sí.

Fotografía: Cuartoscuro