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Los sentidos, ¿limitan o exacerban nuestra comprensión del mundo?


Por Priscila Sarahí Sánchez Leal


Un órgano de más o de menos

en nuestra máquina nos hubiera

dado una inteligencia distinta.


Montesquieu

La realidad es una galería de espejos, en donde convergen perspectivas diversas, sin embargo, nuestra aproximación al mundo está mediada por el filtro de nuestros sentidos. En el cuento “Carta de un loco”, del escritor francés Guy de Maupassant, se evidencia cómo cada sentido, si bien, nos permite percibir la realidad, al mismo tiempo nos revela sólo fragmentos.

A manera de carta, la voz narrativa, que es también el remitente, se asume como alguien tomado por la locura. Conforme se avanza en la lectura, poco a poco, caemos en cuenta de que nuestro supuesto loco es, en realidad, una persona bastante lúcida y con una sensibilidad particular.

Tomando como punto de partida la frase del pensador ilustrado, Montesquieu, el narrador va desglosando sus inquietudes, transita por cada sentido, afirmando que “nuestros órganos son los únicos intermediarios entre el mundo exterior y nosotros.”

La vista sólo nos muestra formas que están dentro de nuestra capacidad de visión. Todo aquello que nos rebasa, en lo micro o en lo macro, se nos oculta, de manera que lo que vemos es una mínima fracción de realidad. Asimismo, luces y sombras, como en un acto de prestidigitación, se tiñen se coloridas ilusiones.  

El oído es maravilloso, en tanto que traduce las vibraciones en ruidos y sonidos, cosa que sería imposible sin el tímpano. No obstante, sonidos muy fuertes o muy bajos, muy graves o muy agudos, parecen perderse en ondas invisibles que se nos escapan.  

El gusto, el tacto y el olfato son los menos privilegiados, aunque influyen en gran medida en nuestro intento por comprender las cosas. El tacto nos vincula con el entorno de una forma tan íntima, la nariz y el paladar crean memoria, propician momentos de placer, nos advierten y alertan.

Al final de la carta – cuento, el narrador expresa que, si tuviéramos órganos de menos, nuestras percepciones serían más limitadas, pero si contáramos con algunos más desarrollados, otros aspectos de la realidad se nos revelarían con mayor nitidez.

Nos movemos en un terreno inseguro, en el que ignoramos más de lo que conocemos, “todo es falso, todo es posible, todo es dudoso.” Sólo nos queda mantener encendida la sospecha y la imaginación, desplegándose en torno a la amplitud de todo cuanto nos excede.