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LOS DE ARRIBA Y LOS DE ABAJO

Jaime Santoyo Castro

Hace algún tiempo vi una historieta con este título escrita por la Chilena Paloma Valdivia, orientada a que los niños aprendieran que los niños del otro lado del mundo tienen costumbres y culturas diferentes, pero que todos comparten algo en común. Se me quedó grabado que decía: “En el mundo existen dos tipos de habitantes: Los de arriba y los de abajo. Los de arriba viven igual que los de abajo, y los de abajo viven igual que los de arriba, pero al revés.”

Era un álbum de imágenes y textos organizadas simétricamente y separadas por líneas, para ver a la vez a los de arriba y a los de abajo, y girando el álbum se podía ver a unos y a otros, con sus diferencias y sus coincidencias. Cuando en un lugar es de día, en otro es de noche y cuando en una parte es primavera, en otra es invierno, etc. pero compartimos el espacio, las aspiraciones, ideas, y las luchas. Muestra que los habitantes del mundo no somos contrarios sólo por vivir en diferentes lugares: arriba y abajo, porque vivimos de la misma manera y nuestras diferencias sólo nos hacen necesarios, porque nos complementamos. El enigma es: Quienes son los de arriba y quienes están abajo?

Casi siempre, las diferencias las usamos para imponernos unos a los otros, pero no para complementarnos. Así vemos una lucha entre los viejos y los jóvenes; los hombres contra las mujeres, los blancos contra los negros, los ricos contra los pobres, los fuertes y poderosos contra los débiles, los sanos contra los enfermos, los sabios contra los ignorantes, los creyentes contra los no creyentes, etc. La historia del mundo está escrita sobre un devenir entre estas y otras diferencias, cuando lo que deberíamos aprovecharlas para vivir mejor.

No es necesario pensar en la gente del otro lado del mundo. Al lado nuestro hay muchas diferencias; necesarias, pero no voluntarias. Vivir armónicamente significa aceptarlas, entenderlas y si es posible, atenuarlas, pero no exacerbarlas ni enfrentarlas y mucho menos utilizarlas con aviesos intereses. Manejarlas con sabiduría y orientarlas para vivir en paz. No olvidemos la rueda de la fortuna, que a veces nos sitúa arriba, pero no nos hace superiores.  ¡Feliz Navidad a todos!