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Las reacciones sociales de la vacuna

Jaime Santoyo Castro

Durante los últimos doce meses hemos vivido una serie de acontecimientos muy desagradables debido a la pandemia del Covid 19 que ha azotado al mundo entero. Confinamientos, enfermedades, muerte, quebrantos patrimoniales, desempleo, desesperación, angustia, etc. Un negro camino que ha sometido a una muy dura prueba a la unidad familiar y a la prudencia de la sociedad, pero sobre todo, a la inteligencia y pericia de las autoridades para dictar medidas orientadas a evitar los contagios y las muertes, para atender a los enfermos, proteger al personal médico y paramédico, suministrar medicamentos y tener los equipos y material necesario para dar respuesta a tan repentina aparición.

Cada sector de la población ha debido enfrentar las dificultades que ha generado este fenómeno; pero no todos han podido sortear sus efectos. Muchos amigos y familiares han perecido y eso además de tristeza y profundo dolor, nos ha causado temor ante la peligrosidad contagiosa del virus, y nos ha tenido con la esperanza de que llegara la vacuna que nos produzca inmunidad y protección y por fin, ha llegado.

El Gobierno de la república ha iniciado la vacunación y ya empezamos a ver otro panorama. Ya se ve la luz al final del túnel por el que hemos transitado durante un larguísimo año.  Ya nos sentimos diferente. Han disminuido los contagios y las muertes; la desolación empieza a desaparecer y el ánimo se asoma por nuestras vidas. Hace unos días me tocó formarme junto a cientos de personas para recibir la esperada vacuna. Fueron más de dos horas de resolana, que bien valieron la pena. Vi gente contenta y feliz. Muchos hijos pendientes de sus padres, abuelos o amigos acompañándolos en la fila o formándose por ellos, con paciencia y solidaridad plena; sin renegar por la espera. El personal de seguridad y de apoyo  a quienes nos iban a vacunar, muy atentos, respetuosos y serviciales. Un concierto de voluntades y esfuerzos unidos en torno a la gran hazaña de ser vacunados, y finalizamos la experiencia con la media hora de espera posterior para ver si había reacciones, y felices seguimos las indicaciones de una jovencita instructora que nos puso a hacer algunos ejercicios. La reacción ha sido de gusto, de felicidad. Gracias al Gobierno de la República. Reconocemos lo bien hecho.