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Las causas de la derrota, para lavar las manos

– Jaime Santoyo Castro
Mucho se ha dicho y escrito acerca de las causas que motivaron a la ciudadanía a votar por Andrés Manuel López Obrador para Presidente de la República. Cada candidato y cada Partido deben hacer un inventario de sus fortalezas y debilidades; desde el que ganó para identificar en forma precisa sus compromisos frente a todos los mexicanos, y los que perdieron, para tener claro cual fue el motivo del rechazo o la no aceptación tan contundentes.
Bien dice el refrán popular que la victoria tiene muchos padres, y la derrota es huérfana.
En el PRI, partido al que he pertenecido toda mi vida, no ha habido hasta ahora un  ejercicio serio y profundo de la situación, y sólo ha habido comentarios aislados que si bien tienen relevancia, no son el reflejo de la creencia generalizada de la militancia, pero no hay quien asuma ningún grado de responsabilidad en este desapego de la confianza ciudadana en el Partido y en sus candidatos. Más bien ha servido para que cada quien se lave las manos y culpe al Partido, al Candidato Meade (claro, ahora que perdió); a la corrupción, a la pésima conducción del Partido por el nefasto Ochoa, y a la desarticulada campaña sin rumbo, sin sentido, orquestada por sus Coordinadores, y no falta quien diga que había un pacto de Peña Nieto con AMLO, de AMLO con Trump o con los rusos, etc. etc.
La percepción general es de que el PRI es un partido desgastado por el ejercicio gubernamental de tantos años, y que la sociedad ya le había dado un escarmiento en el año 2000 para que reorientara su actuar,  y  no obstante que le otorgó una nueva oportunidad en el año 2012, no la supo valorar. Llegaron nuevas gentes, jóvenes, modernos, a conducir al antiguo partido, sin preocuparse por conocer los principios ideológicos, y las causas y exigencias sociales.  Pareciera que había un nuevo PRI que desplazó a la autentica militancia para darle paso a otros, que con algunas excepciones, resultaron un rotundo fracaso, y sólo mostraron una desmedida ambición personal que dañó irremediablemente la recién rescatada imagen del tricolor.
El daño estaba hecho!!!. En las últimas elecciones, 2015, 2016 y 2017, el PRI perdió un gran porcentaje de su voto duro y dejó de gobernar en varios estados de la República y en las principales capitales de los Estados. Particularmente La elección de Gobernador en el Estado de México se convirtió en el termómetro de la contienda presidencial de 2018 y el PRI ganó de manera muy apurada, sólo sumándole los votos depositados a favor de su aliado el Partido Verde, ante una candidata de Morena francamente desconocida.
Se avizoraba un fracaso que algunos, particularmente quien esto escribe, lo señalamos desde 2017, recibiendo como respuesta el rechazo de los corifeos oficiales, porque según ellos, nosotros estábamos equivocados. Asumí que en efecto podía yo estar equivocado, pero la gente no podía estar equivocada. La soberbia, la prepotencia y el menosprecio se impusieron y siguió la conducción frívola, sin compromiso, vacía, en las nubes, soñadora…!
Hoy tenemos los resultados, y no nos sonríen. No nos lavemos las manos.!!! Asumamos nuestras responsabilidades. Tenemos que bajar de la nube, hurgar en nuestras conciencias, cada quien, porque cada quien tenemos nuestra parte. Unos como militantes, otros como promotores, como coordinadores, como líderes o como dirigentes, como candidatos, etc. y retomar el sentido de la existencia del Instituto Político como un partido de causas ciudadanas, pero dirigido por auténticos priístas, de convicciones y compromisos sociales. Eso creo que urge. La elección de este año ya pasó. El año que viene ya está encima y habrá elecciones en otras entidades, pero el 2021 estarán presentes en Zacatecas y habrá que dar la pelea. Saludos y ánimo!!!