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La Nueva Dictadura

 Por José Guillermo P.H.

Luego de las elecciones del pasado 1 de julio, las más grandes en la historia de México, se especuló mucho sobre la forma en que habrá de ser el nuevo gobierno, en la sociedad predominaban dos posturas opuestas: esperanza y miedo. Poco más de 4 meses han transcurrido de esa histórica jornada, y la polarización entre mexicanos lejos de irse diluyendo, se ha acentuado de manera alarmante.

Inmediatamente después de las elecciones, se escucharon mensajes de conciliación y concordia por parte de prácticamente todas las corrientes ideológicas de nuestro país; incluso hubo una especie de “luna de miel” entre el sector empresarial y AMLO, pero en un par de semanas la incertidumbre, el enojo y el miedo se han apoderado de un sector importante de la sociedad mexicana, y no es para menos.

Joseph P. Kennedy padre decía que en política no hay accidentes, si tomamos esa aseveración como cierta -que coincidiría perfectamente con la concepción de una mafia del poder que todo lo planea y ejecuta moviendo los hilos detrás de empresarios, políticos y hasta instituciones internacionales-, estaríamos entonces contemplando una serie de acciones cuyo objetivo sería la concentración de poder cuasi dictatorial.

Primero, AMLO anunció la designación de 32 Coordinadores estatales -que funcionarían casi a manera de gobernadores alternos en algunos aspectos- y 264 coordinadores regionales -quienes asumirían alternamente el carácter gestor de los legisladores locales y de los alcaldes-. Esta designación de los llamados “superdelegados” busca crear un sistema alterno a los gobiernos locales que le responda directamente a él y le permita tener un mayor control político sobre los recursos que se asignan a los estados.

Luego Andrés Manuel ordena realizar una consulta para decidir sobre una asunto de gran relevancia para nuestro país y su futuro como potencia emergente: la construcción del NAIM. Esta consulta se realizó a través de la estructura de un partido político, auditada por ese mismo partido y diseñada para obtener el resultado que dicho partido deseaba. Algo de tal relevancia debería haber sido manejado por el INE para asegurar la mayor neutralidad y claridad en el proceso. No fue así, creó un sistema alterno al INE que le responde directamente a él.

Poco antes de dicha consulta, legisladores de Morena propusieron que se tenga acceso a las reservas internacionales de Banxico para poder utilizarlas, cosa que acabaría con la autonomía del Banco de México y pondría en gravísimo riesgo la economía, a la vez que daría al gobierno entrante acceso a recursos que le permitirían cumplir con algunas de las promesas de campaña, aunque sólo por un tiempo, y con catastróficas consecuencias en el largo plazo.

Finalmente, AMLO presentó en lo general su presupuesto 2019; en este destaca que el gasto en nómina del gobierno federal aumentará 55%, pasará de 808 mil millones a más de 1.2 billones; por otro lado las participaciones federales para estados y municipios serán recortadas en más de 100 mil millones, cerca de un 15% menos será lo que recibirán estados y municipios, esto sin descontar aún la inflación, por lo que en términos reales la disminución será mayor. Este movimiento claramente busca dar menos herramientas a los gobiernos locales mientras se refuerza el poder económico de la federación.

Crea una estructura alterna a los gobiernos locales, crea una figura alterna al INE, se habla de acabar con la autonomía del Banco de México al quitarle el control sobre las reservas internacionales y quita recursos a los estados y municipios. La alerta que el banco suizo UBS hizo a sus inversionistas sobre México y la posible instalación de una dictadura en nuestro país no parece tan descabellada luego de ver todo esto cuando aún no toma protesta.

Esa dictadura perfecta que creímos haber dejado atrás parece estar de vuelta al más puro estilo del viejo PRI.

Ante este panorama, viene a mi mente lo que Enrique Krauze expresó poco antes de la jornada electoral, dijo que vendrían tiempos en que los mexicanos deberemos querer mucho a nuestra libertad y a la democracia -con todo y sus múltiples imperfecciones- para poder defenderlas. Parece que tenía razón.

 

Fotografía: CUARTOSCURO