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La magia del Semáforo epidemiológico

José Guillermo P.H.

Apenas el viernes pasado la canciller de Alemania, Angela Merkel defendió ante el parlamento la necesidad de aplicar medidas más estrictas para contener la pandemia, calificando la situación de aquel país como “muy seria”. En Alemania se contempla el toque de queda nocturno para enfrentar la temida tercer ola que según la canciller, tiene “fuertemente agarrado al país”. Quince días antes de las declaraciones de Merkel, en Francia se decretaba un nuevo confinamiento ante el imparable aumento en los casos de coronavirus.

Mientras esto ocurre en Europa, en México la autoridad sanitaria comienza a decretar que el riesgo es cada vez más bajo, ningún estado se encuentra ya en semáforo rojo y hay varios en verde, los casos siguen a la baja y todo esto sin medidas restrictivas y con muy pocas vacunas aplicadas. Ni si quiera el sector salud completo ha sido inmunizado aún.

Alemania, con una población de 83 millones, ha inmunizado al 23% de su población, mismo porcentaje de avance que lleva Francia; se trata de una cifra aún baja que los obliga a tomar medidas que restringen la movilidad pero que se encuentra muy por encima del 9.8% que lleva México, todo esto en base a datos publicados y actualizados constantemente por The New York Times.

Resulta extraordinario que países con un porcentaje de inmunización mayor al doble del de México, con sistemas de salud muy superiores y mejor infraestructura de transporte, se encuentren en una situación en la que se ven forzados a recurrir a confinamientos y toques de queda y que por otro lado, en México de forma casi milagrosa, con pocas vacunas, con muy pocas medidas preventivas en algunos espacios públicos tales como mercados y tianguis, tengamos ocho estados en semáforo verde y ninguno en semáforo rojo.

O está ocurriendo algo muy fuera de lo normal difícil de explicar por la ciencia, o las cifras oficiales reflejan una realidad alterna con “otros datos” en medio de un proceso electoral tan importante como el que vivimos actualmente.

Ya quedó claro que las cifras oficiales subregistran de manera significativa las muertes por coronavirus, luego de que se publicara un exceso de mortandad “inexplicable” por distintos organismos -entre ellos el INEGI- que claramente fue causado por la pandemia.

Es innegable la necesidad de reactivar la economía, pues México no puede darse el lujo de un confinamiento como el de Francia o Alemania; la economía de los hogares y pequeños negocios no lo soportarían y tendríamos que lidiar con severas consecuencias en forma de hambre y delincuencia por años. Pero de ninguna manera estaría justificado ocultar cifras y engañar a las personas para que se sientan confiados, bajen la guardia y se pongan en riesgo a ellos y sus familias. La recuperación de la economía debe hacerse de manera responsable, el gobierno debe intervenir activamente en ella -como lo están haciendo en todo el mundo-. En lugar de eso pareciera que nuestro gobierno prefiere mentirle a las personas para que ellas solas, como puedan, reactiven la economía. Al más puro estilo del liberalismo económico, aquel predecesor salvaje del infame neoliberalismo, que quedó en desuso hace casi 100 años.

Esperemos que luego de este milagroso decrecimiento en contagios no nos topemos con una amarga sorpresa cuando nuevamente se de a conocer la mortalidad real en nuestro país. Que sucediera algo así sólo podría calificarse como criminal.