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Improvisan aula “al aire libre” para niños indígenas en la UAZ

Actualmente 20 niños de la etnia wixárika toman clases de primaria

Irene Escobedo López

Al sur oeste del Estado de Zacatecas, se localiza Huejuqui- lla el Alto, Jalisco, una localidad que para efectos prácticos se engloba dentro del cuadrante de la geografía zacatecana. En este lugar, cuna de grupos indígenas de la etnia wixárika, hay una comunidad cuyo significado es “cerca de las nubes”: la colonia Haimatsie.

Sus 480 habitantes integrados en 102 familias, poco a poco han abandonado, temporal y hasta permanentemente, el lugar que les vio nacer, ese donde sus cultos florecen y su vida cobra sentido; donde los niños a pesar de carecer de universidades van a la escuela: comienzan desde preescolar y concluyen con la secundaria en un sistema multigrado.

Las lecciones en la colonia Haimatsie son bilingües y los maestros indígenas dominan muy bien su propia lengua, pese a estar llena de matices y regionalismos. El español en cambio, viene improvisado. Como pueden, con pocos elementos didácticos, los docentes ayudan a los niños a comprender en castellano el mundo de allá afuera, esa otra realidad de nuestro país, a la que le resultan casi siempre indiferentes y ante la que los pequeños estudiantes parecen corresponder también en modo evasivo.

En su pequeño mundo, los infantes pertenecientes a la etnia huichol donde solo hay nacimiento y muerte y no escalas de edad ni etapas de la vida, no alcanzan a sospechar que los preparan no para integrarse en un país donde la principal discriminación es entre sus propias razas, sino para sobrevivir una vez que deban emigrar junto a sus familias a las áreas urbanas del país, pero principalmente del Estado de Zacatecas.

Con la emigración, los wixárika portan consigo sus trajes típicos, sus tradiciones, sus artesanías, pero también todas las desventajas de pertenecer a una etnia que todavía carece de oportunidades en el México castellano. La precariedad de sus escuelas y viviendas y modo de vida la encontrarán también en el nuevo mundo que irán a ocupar donde el desdén, el rechazo y menosprecio pueden ser habituales. La falta de oportunidades también.

Los huicholes, auto desplazados no por guerras ni conflictos sino por pobreza, encuentran en su nuevo entorno espacios para habitar en las zonas periféricas, en las esquinas y plazas públicas lugar para comercializar, en autobuses y parques sitios para amenizar, pero la escuela, esa no parece estar disponible para todos. No como la conocen: en su lengua y con su enfoque.

En México más allá de algunas zonas rurales, aún son escasos los espacios educativos en donde un niño o joven migrante wixárika pueda continuar su educación privilegiando su  idioma y tradiciones.

Atendiendo a esta necesidad, la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), ha dispuesto  de un espacio que se utiliza como aula móvil para que niños wixárikas reciban educación básica de la mano de maestros pertenecientes a la etnia Huichol.

El proyecto que opera desde hace apenas unos meses, y del que se ha anunciado su continuidad, está contemplado como parte del Programa de Educación Básica para Niños y Niñas de Familias de Jornaleros Agrícolas Migrantes (PRONIM).

La iniciativa, anunciada por la propia UAZ, como un gran proyecto intercultural entre la Unidad Académica de Antropología y el Pronim, responde a la intención de ofrecer un esquema a la medida de los pequeños huicholes, donde les incluyen en la formación su lengua de origen, además del aprendizaje del castellano y lecciones de primaria.

Pese a operar en las propias instalaciones de la UAZ, Campus II, el espacio destinado como aula móvil para los 20 niños wixárika que regularmente acuden a clases, parece reconstruirles también, su original entorno “cerca de las nubes”.

La escuela wixárica de Zacatecas al ser un espacio deportivo, carece de aulas, pizarrones o herramientas básicas, opera al aire libre en una cancha en la Unidad Académica de Antropología, donde se adapta el uso de las gradas según las necesidades.

Acostumbrados a una casa de adobe como escuela y cuartos con poca ventilación y mal iluminados en las comunidades huicholas de Huejuquilla, los pequeños y sus maestros que acuden a recibir lecciones de  educación básica a la UAZ no parecen advertir la precariedad de la improvisada aula que les fue asignada -tan cerca de la naturaleza también-.  Es un gran logro para la comunidad, después de todo, acudir a clases y algún día a la universidad.

El camino ya lo han trazado algunos jóvenes valientes wixárika que sorteando obstáculos y pobreza han logrado cursar una carrera universitaria.

Facundo González Reza, originario del estado de Jalisco, del municipio de Mezquitic, localidad de Pueblo Nuevo, costeó sus estudios trabajando en una tortillería.

Facundo cursó la carrera de licenciado en Derecho en la Universidad Autónoma de Zacatecas. Se graduó con honores al obtener un promedio de excelencia de 9.43.

En Saltillo, Gerardo González Carrillo, también de origen huichol, se graduó de la carrera de Ingeniería en Agronomía, en la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN).

Pero no sólo los varones, algunas mujeres de la etnia están buscando su integración social y educativa. Con muy poco conocimiento del español y escasos recursos lo están logrando.

Norma Delia Robles Carrillo originaria de la comunidad serrana Mesa del Tirador, municipio de Bolaños, Jalisco es la primera mujer de la etnia wixárika (huichol)  en graduarse de la Licenciatura en Ciencias de la Educación, carrera que cursi en la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN).

Otra destacada joven wixárika es Yukaima González quien además de estudiante de Cultura Física y Deporte a nivel universitario, fue seleccionada como reina de la feria de Nayarit 2019.

En la Universidad Abierta y a Distancia de México (UNADM) en 2020 se graduaron mil 182 estudiantes entre ellos 13 hablantes de lenguas originarias, cuatro de Maya, tres de náhuatl; dos de Mixteco, y un hablante de las lenguas Huichol, Mazateco, Totonaco y Yaqui.

Pese a los logros que todavía pueden considerarse aislados hoy en día la escuela sigue en deuda con los grupos indígenas de México cuyo único reclamo es la protección y preservación de la lengua materna y sus costumbres para continuar dando sustento a su identidad cultural y cosmovisión indígena.