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Enfermedad y desarrollo.

Antonio Sánchez González.

Médico.

     La pobreza y las enfermedades no transmisibles (ENT), -principalmente el cáncer, la enfermedad cardiovascular, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y la diabetes-, se alimentan mutuamente en un círculo vicioso. Las ENT y sus factores de riesgo empeoran la pobreza, mientras que la pobreza contribuye al aumento de las tasas de ENT, y este círculo representa una amenaza para el desarrollo sostenible.

 

     Las tendencias demográficas mundiales, de consumo, migración y urbanización aceleran la pandemia de ENT. Las últimas décadas han visto el aumento de las «megaciudades», con 10 millones de habitantes o más, y se estima que 7 mil millones de personas, equivalentes a la población del mundo actual, vivirán en ciudades para el año 2050.

 

     Estas megaciudades, con todo el tráfico, el hacinamiento y las condiciones insalubres que les son inherentes, son caldo de cultivo perfecto para las ENT y sus cifras empeorarán en la medida que más personas se sienten atraídas por las áreas urbanas. El acceso limitado a alimentos saludables, las pocas oportunidades para la actividad física y la mala calidad del aire aumentan los riesgos de todas ellas.

 

     En el año 2000, los líderes mundiales que elaboraron los objetivos de desarrollo del milenio (ODM) abordaron muchos de los grandes desafíos del desarrollo, pero cometieron un grave error: omitieron cualquier mención de las enfermedades no transmisibles, que en conjunto causan casi dos de cada tres muertes en el mundo (80% en los países en desarrollo).

 

     Como médico de adultos, creo que esta omisión ha resultado en un perjuicio doble para quienes sufren estas patologías y para la sociedad en general: sin atención política ni fondos financieros destinados a su combate, a pesar del hecho de que las ENT son un problema de pobreza y están relacionadas con los ocho ODM.

 

     Al respecto, la anterior directora general de la Organización Mundial de la Salud, Margaret Chan, decía que «Lo que se mide, se hace». Pero las ENT no se miden y, por lo tanto, no se «hacen».

 

     La salud humana contribuye, se beneficia y sirve como parámetro de medida del progreso hacia un futuro sostenible, y puede asumirse que el desarrollo sostenible no puede lograrse sin centrarse en la salud. Sin embargo, dado que las ENT representan tantas muertes globales y tanta morbilidad, es igualmente cierto que la salud no puede lograrse sin centrarse en las ENT.

 

     Afortunadamente, en 2015 el mundo tuvo una oportunidad de oro para corregir las omisiones del año 2000. En el conjunto de «objetivos de desarrollo sostenible (ODS) posteriores a 2015» casi obligatoriamente se incluyó a las ENT y finalmente hemos visto un gran avance en el reconocimiento político de estas dolencias.

 

     La reunión de alto nivel de la ONU de 2011 sobre enfermedades no transmisibles aprobó por unanimidad una declaración política que llamó a las enfermedades no transmisibles «uno de los principales desafíos para el desarrollo en el siglo XXI», y describió «un círculo vicioso en el que las