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Emiliano Zapata bajo la mirada de Ramón López Velarde

José Muro González

Además de ser el autor de su gran obra literaria universal, Ramón López Velarde también escribió para la prensa numerosos artículos de índole política, actividad que comenzó a realizar siendo estudiante de Derecho en San Luis Potosí cuando apenas tenía 21 años. La mayor parte de estos artículos fueron publicados, primeramente, en el diario El Regional de Guadalajara y, posteriormente, en La Nación de la ciudad de México. Ello, gracias a la amistad que sostuvo el jerezano con el periodista aguascalentense Eduardo J. Correa, quien impulsó, en esos diarios, bajo su dirección, la publicación de las colaboraciones de nuestro poeta. En esos medios López Velarde inició la escritura de artículos del género mencionado, el primero de los cuales fue publicado en El Regional de Guadalajara el 14 de octubre de 1909. Para Correa, este artículo constituyó “un ingenuo elogio para Madero (…) fue el primero que se tributara al líder antirreeleccionista por todos vituperado”. Fueron, en realidad, tanto la situación del país durante la época postrera del porfiriato, como la campaña antirreeleccionista propugnada por Francisco I. Madero, los factores que convencieron a López Velarde a incursionar en una militancia política llevada a efecto, sobre todo, a través de la escritura de artículos y editoriales para la prensa, con esa temática.

Previo a su incursión en este tipo de periodismo, López Velarde, luego de saber de la campaña y acciones emprendidas por Francisco I. Madero para dar a conocer su libro La sucesión presidencial en 1910, se convirtió en su fiel admirador y comenzó a desarrollar un activismo a favor de los ideales democráticos y antirreeleccionistas expuestos en esa obra. Fue tal la admiración y apego que mostró López Velarde hacia la figura de Madero que llegó a afirmar lo siguiente, en una carta dirigida a su amigo Correa: “Yo sí soy de abolengo maderista, de auténtica filiación maderista y recibí el bautismo de mi vida política en marzo de 1910, de manos del mismo hombre que acaba de libertar a México: una de las satisfacciones más hondas de mi vida ha sido la de estrechar la mano y cultivar la amistad de Madero…”. Para el lector de estas conmovedoras y exaltadas palabras expresadas por el poeta lo inducen a imaginar la escena de ese encuentro con el prócer antirreeleccionista: el mocetón jerezano, de 1.80 m. de estatura, saludando efusivamente al coahuilense, que apenas superaba una talla de 1.50 m.; el primero viendo en el segundo, “a un nuevo “padre”, capaz de recuperar para la familia nacional la dignidad histórica”, como lo señala el biógrafo Guillermo Sheridan. 

La temática abordada por López Velarde en sus artículos en la prensa se refiere a reflexiones y comentarios sobre los acontecimientos sucedidos en México en los años cruciales previos al estallido de la Revolución y durante la gestión del presidente Madero, así como a los principales protagonistas públicos del periodo. A través de un diestro y elegante uso del lenguaje, y dando evidencia de una gran cultura, así como de un profundo conocimiento de la Historia nacional, da cuenta eficaz, en el diario La Nación, de la realidad de los asuntos públicos del día a día, y lleva a cabo, desde esa tribuna periodística, una acendrada y vehemente apología de la Presidencia maderista. Si bien el valor civil de López Velarde no estuvo nunca en tela de juicio, él escribió sus artículos bajo un seudónimo, práctica entonces generalizada entre la mayor parte de los periodistas políticos, gremio reconocido por su combatividad y virulencia.

Bien sabidas por los historiadores del periodo maderista de la Revolución son las graves turbulencias que tuvo que enfrentar la corta y endeble gestión del presidente Madero, entre cuyas causas destaca, primordialmente, el levantamiento encabezado por Emiliano Zapata, al amparo del Plan de Ayala, a escasos días de la toma de posesión del Primer Mandatario coahuilense.

En su auto-determinada función de defensor a ultranza de Madero, y para enfrentar la amenaza que suponía para el régimen maderista la rebelión zapatista, López Velarde publicó artículos en contra del rebelde morelense, en los que destila una encarnizada animadversión hacia este último, endilgándole epítetos injuriosos, y evade, por completo, el tratamiento de posibles soluciones a las causales que habían provocado la rebelión. En su artículo titulado Zapata, publicado en La Nación del 22 de julio de 1912, López Velarde, además de llamar a Zapata el “Atila del Sur”, como ya lo hacía la prensa capitalina reiteradamente, lo caracteriza como el “Tamerlán del Sur”, asemejándolo al conquistador y líder militar nómada de origen turco-mongol del siglo XIV. Para el joven y arrebatado López Velarde, aunque se refiere a Zapata como “Don Emiliano”, éste es “…el hombre (o la fiera) que ha reunido en sus manos (o en sus garras) mayor suma de poder efectivo”, y le lanza insultos tales como “tipo selvático”, protagonista de “hazañas delictuosas”. En el mismo artículo, López Velarde reconoce que “El populacho es zapatista…(listo) para el saqueo”, si bien, en descargo de los prosélitos de Zapata, señala que ellos simpatizan con su líder, “porque éste representa el pillaje para saciar el hambre”. En otro artículo, el encono del poeta, incluso, le hace desear, la muerte al guerrillero del sur.