Navegar / buscar

El voto y la política del odio

Jaime Santoyo Castro

Muchas consideraciones, análisis y reflexiones se pueden y deben hacer en torno a la decisión que los electores de los Estados Unidos hicieron al emitir su sufragio.

Más allá de las posturas ideológicas que ubican a los estadounidenses entre republicanos y demócratas, más allá de las políticas públicas que establecen la posición del país más poderoso del mundo en el concierto de naciones, percibimos que el voto, particularmente en favor de Biden pudo haber estado influido de un profundo malestar por la conducta belicosa, irresponsable, ofensiva, descalificadora, mentirosa y provocadora; de desprecio a quienes lo criticaron y de calificativos insultantes y persecusiones a latinos y afroamericanos, que identifican a Trump.

No podríamos aseverar que la gente votó específicamente por los principios de sus respectivos partidos; tampoco que la capacidad y experiencia de BIDEN, hubiera sido el atractivo principal: Sí en cambio mucha gente votó en favor de TRUMP, porque la belicosidad y el sentimiento imperialista y anti inmigrante es parte de su convicción de ser seres superiores; pero esto mismo, a contrario sensu, impulsó el voto contra TRUMP de quienes no llevan ese hálito de superioridad en el alma; de quienes se han dado cuenta de que su vida, su posición, su crecimiento, su desarrollo, la paz y la armonía social requieren de una conducción prudente, unificadora, fundamentada en el conocimiento y la experiencia, en el respeto a los derechos humanos, en las instituciones y en las leyes, y particularmente en el pleno reconocimiento a otras opiniones, posturas, creencias, ideas y expresiones, que son parte esencial del sistema democrático.

La capacidad de gobernar implica el saber responder a las exigencias, y emergencias nacionales y TRUMP no sólo mostró frivolidad y despreocupación ante la Pandemia, sino que se dedicó a minimizar, evadir y mentir, permitiendo y provocando una catástrofe de dimensiones nunca vistas que parece no tener fin y que agobia a todos los sectores de la población, y esto incrementó el molestar del electorado, que votó para echarlo de la Casa Blanca como ejemplo de que la sociedad, de ninguna parte del mundo, quiere que ese tipo de populismo ramplón, irresponsable y perverso se consagre en las naciones.

La ética, honestidad, responsabilidad social y no la política del odio, son elementos esenciales para bien gobernar, ¡¡propiciando el desarrollo, armonía, seguridad y paz!!