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El voto razonado

  • Por Jaime Santoyo Castro

A un mes de la elección más importante de México, y especialmente por lo que se refiere a la elección de Presidente de la República, están surgiendo un sinnúmero de voces que claman vigorosamente por lo que llaman “un voto razonado”.
Esta recomendación obedece a la creencia de que habrá mucha gente con credencial de elector que emitirán un voto “no razonado” o “irracional” o quizá porque se estima que una gran parte de los electores actúa como ovejas siguiendo las instrucciones de sus jefes o líderes, presionados o acarreados, por compromiso, o por alguna dádiva, como si no fuéramos capaces de tomar nuestras propias decisiones?
El artículo 35 de la Constitución Mexicana, que establece las prerrogativas de los ciudadanos mexicanos, en su fracción I, señala la de Votar. El artículo 36, que se refiere a las obligaciones, expresamente señala en su fracción III la de Votar. En consecuencia, esta acción es tanto un derecho como una obligación de cada ciudadano mayor de edad, pero es también una responsabilidad que implica asumir en conciencia plena nuestra función como miembros de una sociedad, más allá de nuestros compromisos como integrantes de un partido o un grupo. Es verdad que en diversos momentos de nuestra vida, actuamos de manera inconsciente; si n pensar adecuadamente, de manera automática.
En todo caso, es cierto que en este proceso, está en juego el futuro de la nación, y requiere por ello de un ejercicio verdadero de reflexión serio y profundo, que implica analizar lo que queremos, cotejado con las propuestas de los candidatos y sus partidos, su trayectoria, experiencia, capacidad, honestidad, así como la viabilidad y seriedad de las propuestas y ofertas, con plena conciencia de que no hay soluciones mágicas.
También debemos observar a los equipos y colaboradores de los aspirantes, sus compromisos y quienes están detrás de ellos, o quienes están financiando las campañas.
Vivimos en un país donde se reconocen las libertades y debemos asumir plenamente la libertad de votar sin imposiciones de ninguna naturaleza. Evidentemente los líderes de partidos, de organizaciones o de grupos tienen el derecho de opinar en favor de cualquier candidato o partido, pero no el de imponer una decisión al momento de elegir.
Cada quien podemos votar por quien quiera o guste, incluso puede diferenciar el voto en cada una de las posiciones sometidas a la elección, pero a lo que sí estamos obligados, en ejercicio de nuestros deberes y derechos ciudadanos, es a hacerlo en plena conciencia de que estamos votando por México, por el futuro de nuestros descendientes, sin apasionamientos, sin miedos y sin odios.
Iniciemos pues, nuestro ejercicio de reflexión, sin dejarnos intimidar ni apantallar, y enfoquemos nuestras neuronas hacia una conclusión que nos va a probar, en primer lugar, que somos ciudadanos preocupados por la nación en que vivimos, que somos capaces de ejercer la libertad con respeto y armonía.