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El testamento, para el bien morir

Jaime Santoyo Castro

Desde hace 14 o 15 años, el notariado mexicano, en coordinación con el gobierno federal y de los Estados, instituyó a septiembre como el mes del testamento con una disminución del cincuenta por ciento de honorarios, a fin de impulsar la cultura del testamento, y a estas alturas podemos decir con gusto que mucha gente ha respondido y que cada vez recibimos mas solicitudes, aunque creo que hay que insistir en seguir haciendo conciencia de la importancia del tema.

Lo más importante que podemos heredar a nuestras familias es la tranquilidad para cuando ya no estemos, que en lo social se traduce en armonía y paz; y esto se logra cuando con toda oportunidad acudimos al Notario de nuestra confianza para dejar instrucciones precisas respecto al destino de nuestro patrimonio en un documento con pleno valor probatorio. Hacer testamento libera de preocupaciones a quien lo hace, y de problemas a la familia. Es un trámite hasta punto cierto sencillo, que requiere los siguientes pasos:

I. Primero, hay que hacer un recuento de sus bienes y derechos y reflexionar en quien puede ser destinatario de ellos.
II. Hacer cita con algún Notario para platicar previamente y recibir asesoría, trámite que no cuesta.
III. Conseguir tres testigos de confianza, que no sean familiares para que lo acompañen en la fecha que les dé el notario para hacer el testamento. (Esto de los tres testigos se ha eliminado en gran parte de los Estados de la República, pero en Zacatecas los legisladores no han puesto atención en el tema).

Es importante destacar que el testamento es un documento preventivo que no entra en vigor hasta que fallece la persona que lo dictó, y en consecuencia, puede revocarse o modificarse tantas veces como lo quiera el testador, que por lo tanrto sigue teniendo la libre y plena disposición de su patrimonio.

Este acto regularmente dura una poco más de una hora, y puede prolongarse dependiendo de la diversidad de disposiciones que quiera dictar quien lo hace, y al término del acto, en ese mismo momento, el Notario le entrega en propia mano el testimonio de su voluntad.

Debemos quitarle al testamento la etiqueta de tabú. Regularmente nadie se atreve a sugerirle a sus padres, hermanos o abuelos que hagan testamento, porque aquellos se ofenden y responden con la expresión de ¿“Qué ya me estoy muriendo”?

El testamento no es algo exclusivo para la gente grande o los enfermos; no es un requisito para morir. Producto de la inseguridad, vemos hoy que muere más gente joven que viejos y enfermos. El testamento debe ser un requisito para bien morir; es decir, para irse tranquilo y en paz.

Ojalá y la Legislatura local elimine del Código Civil el requisito de los tres testigos, para hacer más sencillo el dictado de la ultima voluntad, lo que en estos tiempos de pandemia sería excelente, porque es aún más dificil conseguir testigos ante el peligro de contagio.